viernes, 30 de marzo de 2012

La papisa Juana

Hasta el siglo XVI se mantuvo en la iglesia católica la costumbre de inspeccionar los órganos sexuales de cualquier aspirante al papado antes de que le fuera concedida la tiara de San Pedro. Tras esta prueba y si todo estaba en orden, el examinador exclamaba: "duos habet et bene pendentes" (tiene dos y cuelgan bien). Esta curiosa costumbre tiene su origen en un hecho no menos curioso: la leyenda de la papisa Juana.

La papisa Juana
Cuentan las crónicas que Juana nació en el año 822 fruto de la unión carnal entre un monje y su barragana. La niña sería una bastarda durante el resto de su vida, pues el monje nunca reconoció su paternidad pero, aún así, se ocupó de que Juana recibiera una esmerada educación hasta que, por cuestiones de edad, esta le fue vedada. La erudición residía en los monasterios y los monjes no estaban dispuestos a compartirla con las mujeres, de modo que Juana tomó la determinación de ocultar su sexo e ingresar en una orden monástica bajo el nombre de Johannes Anglicus.
La chica era lista y medraba en los estudios hasta el punto de que llegó a viajar a la lejana Constantinopla en calidad de erudita para conocer a la emperatriz Teodora. Del mismo modo, viajaba constantemente de monasterio en monasterio ampliando sus horizontes y sus conocimientos de todas las materias que podían aprenderse en aquella época.

Con semejante currículum no es de extrañar que Juana fuera trasladada en el año 848 a Roma, donde fue presentada a Leon IV. El Papa quedó tan impresionado con los conocimientos de los que hacía gala el joven Johannes Anglicus que le nombró su secretario personal en asuntos internacionales.
Juana (o Johannes, como cada uno prefiera) se mantuvo al servicio del Papa hasta la muerte de este en el año 855, cuando fue nombrada pontífice tomando el nombre de Benedicto III.
"El Papa" dando a luz
Todo fue sobre ruedas durante dos años. Pasado este tiempo, los fieles decubrieron que Juana había ocultado su sexo y que Benedicto era, en realidad, una mujer. ¿Que por qué lo descubrieron? Pues porque Juana había sabido mantener a los curiosos lejos de sus atributos sexuales, pero no había conseguido mantener sus atributos sexuales lejos de determinadas... situaciones. Me explico: en medio de una procesión, Juana dio a luz y los fieles, algo enfadados por el engaño, la apedrearon en esa misma calle.

A partir de ese momento, quedó instaurada la tradición del "duos habet et bene pendentes", que se mantuvo vigente hasta que el Papa Adriano VI la abolió en el siglo XVI... y todo gracias a una mujer que se hizo pasar por hombre durante toda su vida en pos de la educación y del poder.

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