martes, 29 de noviembre de 2011

La batalla del millón de bajas

A principios de diciembre de 1.915, el alto mando aliado se reunió en Chantilly (Francia) para determinar la estrategia que deberían seguir durante el próximo año. En esta conferencia se decidió emprender una ofensiva conjunta desde territorio francés que debía impactar contra las líneas alemanas en el valle del río Somme aplastando toda resistencia y obligando a los imperiales a retirarse continente adentro... lo que los aliados no sabían es que los generales del Reich habían fortificado sus líneas en el Somme y habían planeado su propia ofensiva contra otra de las posiciones francesas: Verdún.

Los aliados avanzan hacia el valle del Somme cuando, el 21 de febrero de 1.916, los alemanes atacan Verdún. La ofensiva coge desprevenidos a los franceses y el alto mando, deseoso de conservar los territorios de la Lorena, desvía a la columna gala hacia la ratonera creada por los imperiales. De esta manera, el peso de la ofensiva del Somme queda en manos de las tropas británicas.

Una semana antes del inicio de la batalla, la maquinaria de guerra británica se pone en movimiento y las 19 divisiones desplazadas hasta el valle del Somme empiezan a trabajar.
Los Royal Fliying Corps empiezan a derribar Fokker alemanes y se hace con la supremacía del espacio aéreo. Al mismo tiempo, la artillería dispara sin descanso una lluvia de granadas sobre las posiciones del Reich mientras, bajo tierra, los zapadores británicos cavan túneles bajo las trincheras y bajo las principales líneas de abastecimiento alemanas. Estos túneles son rellenados con explosivos y los esforzados zapadores se retiran hacia posiciones más seguras con la satisfacción del trabajo bien hecho. Así llegamos al día 1 de julio de 1916.

Voladura de la primera trinchera
A las 7:20 de la mañana, los ingenieros británicos empiezan a detonar las cargas con las que se habían cebado las galerías subterráneas. 10 minutos después, todas las trincheras alemanas han saltado por los aires y la infantería británica empieza a avanzar sobre el campo desolado del Somme.
Los ingleses caminaban con aplomo, confiando en que la semana de bombardeos y la voladura de las trincheras hubieran acabado con casi todo el II Ejército Alemán... pero no había sido así. Cuando las columnas británicas empezaron a avanzar, los soldados del Reich salieron de detrás de los escombros con la boca de las ametralladoras escupiendo fuego sobre la tierra de nadie. Los alemanes habían sido especialmente entrenados en el reconocimiento de oficiales británicos y franceses, por lo que este colectivo fue el que acumuló las mayores bajas por parte de los fusileros mientras que los artilleros se centraron en repartir muerte indiscriminadamente por toda la línea del frente.
Con las últimas luces de aquel 1 de julio, se constató la terrible realidad: el ejército británico había sufrido un total de 57.470 bajas (entre las que había 19.240 muertos y 35.493 heridos) frente a las 8.000 del bando alemán.
Algunas columnas francesas habían conseguido tomar posiciones alemanas al sur del Somme pero la línea de defensa del Reich estaba prácticamente intacta y, en general, el primer día de la ofensiva había sido un rotundo fracaso para los aliados.

Caballería del Deccán
Durante las dos semanas siguientes, los refuerzos fueron llegando a uno y otro bando mientras los soldados británicos emprendían numerosas escaramuzas a lo largo de todo el frente. Estas pequeñas batallas se saldaron con sendas derrotas para el bando inglés.

El 14 de julio se produjo la segunda gran ofensiva del Somme, esta vez sobre el área de Bazentin. A las 3:20 de la mañana, la artillería aliada empezó a disparar sobre las posiciones alemanas, manteniendo el bombardeo durante 5 minutos a lo largo de una línea de 4,5 km de frente mientras la infantería avanzaba bajo la protección de la cortina de fuego.
Las columna aliada protegida por el fuego de cobertura tomó el pueblo de Bazentin le Petit y se hizo con el control de varias trincheras alemanas en torno al bosque de Bazentin le Grand mientras que la 9ª división conquistaba el pequeño pueblo de Longeval. Desde allí, el alto mando inglés fijó sus miras en en el bosque de Bazentin le Grand, en cuya espesura resistían aún numerosos soldados del Reich y ordenó una carga de caballería combinando jinetes del 7º regimiento de dragones y de la caballería india del Deccán.
La carga fue fulminante y los jinetes se introdujeron entre los árboles, pero los soldados alemanes resistieron el envite y prolongaron el combate durante 8 días más hasta que, en la noche del 22 de julio, la última ofensiva británica fue nuevamente rechazada.

Al mismo tiempo, los combates por el sector norte del frente continuaban sin descanso. El mando aliado había visto una oportunidad de atacar las líneas alemanas desde el flanco, pero la posibilidad pasaba obligatoriamente por la conquista de Pozieres, un pequeño pueblo tomado por los alemanes.

Fusileros irlandeses en el Somme
Entre el 14 y el 17 de julio, el IV Ejército británico intentó tomar la población hasta en cuatro ocasiones, pero en todas ellas fue rechazado por la obstinada defensa alemana. Por esta razón, el IV Ejército fue relevado de la tarea y la conquista de Pozieres fue encomendada a tres divisiones australianas bajo el mando del Mayor Harold Walker.
El ataque fue planificado meticulosamente para que coincidiera con la ofensiva del sector sur, gracias a lo que el pueblo fue tomado en la noche del 22 de julio... pero los alemanes no estaban dispuestos a entregar Pozieres tan facilmente.
Durante dos semanas, la artillería alemana fijó sus miras en el pequeño pueblo tomado por los australianos y descargó una lluvia casi ininterrumpida de proyectiles que redujeron Pozieres a escombros. Aún así, los alemanes cargaron el día 7 de agosto sobre el puñado de ruinas humeantes que aún defendían con denuendo los australianos. Fueron rechazados y el alto mando británico conservó el control de Pozieres, fijando ahora su objetivo sobre la granja Mouquet, en la que los soldados del Reich habían establecido una fuerte posición defensiva.

Los australianos, diezmados por la batalla de Pozieres, recibieron la orden de avanzar entre las líneas enemigas abriéndose paso hacia la granja Mouquet. Durante el trayecto, los soldados fueron duramente castigados por la fusilería alemana pero, aún así, consiguieron llegar hasta la granja y establecer una línea de trincheras al sur de la misma, desde la que emprendieron una serie de ataques que se prolongaron durante más de un mes hasta que, extenuados, los australianos se vieron obligados a retirarse dejando su sitio a un destacamento canadiense que consiguió finalmente entrar en la granja el día 16 de septiembre.
Antes siquiera de que pudieran asentarse en su recién tomada posición, los canadienses fueron rechazados por una contraofensiva alemana que les hizo retroceder hasta la línea de tricheras para, tan sólo 10 días después, emprender un nuevo ataque que concluiría con la granja Mouqet en manos británicas.

Soldados del ANZAC
Un día antes de la toma de Mouquet, entró en combate la flamante arma secreta del ejército británico: los tanques. 49 carros de combate fueron llevados hasta el valle del Somme y, aunque sólo 21 de ellos entraron en combate, constituyeron un factor decisivo para precipitar los acontecimientos.
La primera línea de defensa alemana se desmoronó ante el empuje de los tanques. La segunda línea aún resistía cuando los aliados tomaron la fortaleza de Thiepval, el último gran bastión alemán en el valle del Somme... pero los germanos nunca han sido fáciles de vencer, y esta batalla no iba a constituir una excepción.
A pesar de haber perdido empuje y posiciones, los soldados alemanes se atrincheraron una vez más y sometieron al ejército aliado a una guerra de desgaste plagada de innumerables escaramuzas que le costaron la vida a miles de soldados británicos. Esta fase de la batalla se prolongó hasta que, el día 13 de noviembre, el alto mando británico quiso zanjar la cuestión de una vez por todas.

En un intento desesperado por acabar con una batalla que se prolongaba ya más allá de los 4 meses, la comandancia británica ordenó repetir a menor escala la estrategia del primer día de batalla.
Dos trincheras alemanas saltaron por los aires en las primeras horas del 13 de noviembre, justo antes de que los soldados británicos se lanzasen a la que sería la última carga de la batalla del Somme. Desgraciadamente para los aliados, el resultado de la ofensiva fue el mismo que se produjo aquel lejano 1 de julio.
Miles de británicos cayeron para tomar unas trincheras defendidas por un puñado de alemanes exhaustos.

Alemanes muertos en el Somme
La batalla terminó oficialmente el día 18 de noviembre de 1.916. Los aliados habían conseguido tomar una paupérrima franja de tereno cubierta de escombros que cubría unos 8 kilómetros. En ella se amontonaban los cadáveres de 310.000 hombres que, sumados a los heridos (graves) y a los desaparecidos, conformaban la escalofriante cifra de más de un millón de bajas producidas únicamente en aquel trozo de terreno de la Picardía francesa durante los 4 meses que marcaron el devenir de la I Guerra Mundial.

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