Vamos a dedicarle la entrada de hoy a la ballesta y sus evoluciones. Este "arco plano" llegó a convertirse en un arma tan poderosa que su uso contra los cristianos fue prohibido en el Segundo Concilio de Letrán (1139) bajo pena de excomunión por considerarse injusto que un simple ballestero pudiera abatir sin dificultades a un caballero acorazado que había entrenado para el combate durante toda su vida.
Balista grecorromana |
Si bien existen referencias a ballestas asiáticas modificadas que se remontan al siglo III a.C., tomaremos como punto de partida para la evolución europea de esta arma la balista romana. En los tiempos en que las águilas romanas campaban por Europa a sus anchas, los asedios se decidían tanto por aguante como por fuerza bruta; es en este aspecto en el que las balistas empiezan a tomar importancia.
Tomando como base el arco, la evolución de este hacia la balista era tan sólo cuestión de tiempo. La balista consistía en un arco enorme montado en horizontal sobre un trípode y manejado por cuadrillas de tres hombres, dos de ellos encargados de tensar la cuerda mientras que el tercero cargaba el carril con piedras o grandes proyectiles.
Siglos más tarde, la balista evolucionó hacia la ballesta de mano, que alcanzó su máximo esplendor en la convulsa Europa del siglo X.
La ballesta se cargaba poniendo el arco sobre el suelo, pisándolo y tensando la cuerda (de fibra vegetal o tripa trenzada) con los brazos. Acto seguido, el ballestero cargaba un virote sobre la guía y apretaba el gatillo.
Si bien el mecanismo de carga era rústico y relativamente lento, un ballestero experto era capaz de disparar dos virotes por minuto. Esta facilidad, unida a la potencia de tiro y a que el entrenamiento necesario para convertirse en ballestero era prácticamente nulo, convirtieron este arma en el fusil de asalto medieval.
Arbalesta |
Pero no todo iba a ser tan sencillo. Si bien se comprobó que el uso de las ballestas era mortal contra las levas y la infantería, su efectividad contra tropas montadas era bastante menor. De esta manera, con el objetivo de abatir a los caballeros, la ballesta alcanza su evolución más letal.
La arbalesta constituye el último escalón evolutivo de la ballesta como arma de guerra y sus proyectiles eran capaces de atravesar limpiamente una cota de malla a 350 metros. Este incremento en la potencia de disparo se consiguió mediante la sustitución de los arcos de madera por piezas metálicas capaces de almacenar mucha más energía. Además, se cambió la cuerda de tripa por un hilo de alambre y se incorporó un sistema de recarga por manivela que hacía este proceso mucho más rápido.
A día de hoy, la ballesta aún es utilizada como recreativa o de caza, pero su uso en combate dejó de ser efectivo en torno al siglo XV con la aparición de arcabuces y mosquetes, igual de fáciles de usar y cuya potencia de fuego era mucho mayor.
A día de hoy, la ballesta aún es utilizada como recreativa o de caza, pero su uso en combate dejó de ser efectivo en torno al siglo XV con la aparición de arcabuces y mosquetes, igual de fáciles de usar y cuya potencia de fuego era mucho mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario