Esta semana vamos a dedicar unas líneas al fundador del que, a posteriori, se convertiría en el imperio más grande de la historia.
Si os digo que su nombre era Temujin, quizá no os diga nada; pero si añadimos que su leitmotiv fue "lo mejor que un hombre puede hacer es perseguir y derrotar a su enemigo, apoderarse de sus pertenencias, montar sus caballos y usar el cuerpo de sus mujeres y dejarlas llorando y gimiendo", quizá ya sepáis de quién estamos hablando.
¿Aún no? Vamos con la pista definitiva: fue elegido por el Washington Post como la figura más importante del segundo milenio y, aunque nació bajo el nombre de Temujin, fue conocido en todo el mundo como Gengis Khan.
Temujin nació alreddor del año 1167, en una época en la que la nación mongola estaba dividida en infinidad de tribus enfrentadas entre sí. Los hombres morían a centenares y cualquier conato de alianza era rápidamente aplastado por los clanes rivales o por otras tribus deseosas de sembrar la discordia entre los pueblos de la estepa... pero la vida sigue y, en este contexto, uno de los jefes de clan llamado Yesugei vio nacer a su primer hijo.
Yesugei era un líder poderoso, pero no tanto como para que los tártaros, el terror de la llanura, no se atreviesen a atacarle. Debido a esto, Yesugei fue envenenado por sus enemigos tártaros en una fiesta a la que había sido invitado atraído mediante engaños.
Temujin queda huérfano de padre a la edad de nueve años; pero no todo está perdido. Su madre, Hulun, queda al cuidado del joven heredero y le inculca una educación adecuada para hacerse cargo de los designios de un pueblo que aún llora la muerte de su líder.
La tribu de nuestro protagonista, temerosa ante la idea de que les guiara un khan tan jóven y, según su opinión, tan débil, empieza a abandonar a Temujin. Dos terceras partes del clan desertan mientras el resto de tribus se abalanzan como buitres sobre las fértiles tierras gobernadas por el joven cacique. Hulun, viéndo la indefensión en que se encuentra su tribu, a la que casi no le quedan guerreros, coge a su hijo y huye a la inmensidad de la estepa.
Aquí comienza la leyenda de cómo un niño huérfano llamado Temujin llegó a convertirse en el líder unificador de todas las tribus mongolas y en el regente del imperio más grande de la historia.
Temujin crece en el agreste salvajismo de la llanura asiática, pero no se contagia de él. Su madre, siempre atenta a su educación, y los pocos leales que habían huído con él le instruyen en conceptos tan dispares como la diplomacia, la lucha con espada, la monta de los célebres caballos mongoles y el tiro con arco.
A la edad de 13 años, Temujin considera que su momento ha llegado: se arma de valor y llama a los antiguos banderizos de su padre. La respuesta, por desgracia, no fue la que él esperaba.
En vista de la oportinidad que se les presentaba y temerosos de que el joven aspirante a khan (pues ya había perdido aquel título) pudiera causarles algún problema, los que fueron lugartenientes de Yesugai meten a Temujin en un cepo y se lo entregan a Tartugai, el khan de la tribu más odiada por la gente de nuestro protagonista.
Los días pasan con lentitud desesperante y Temujin utiliza decenas de sutiles estratagemas para granjearse la simpatía del carcelero que Tartugai había designado para él. Una noche, aprovechando un descuido de su guardián, Temujin le apuñala con su propia daga y se da a la fuga, refugiándose en el cauce seco de un río mientras Tartugai pone todo su empeño en darle caza.
Enfadado por el trato que le habían dado los banderizos de su padre, Temujin empezó a recoger los retzos de lealtad con los que aún contaba y estableció una provechosa alianza con Toghrul, el líder de la tribu más poderosa de la estepa en ese momento.
Toghrul, tras escuchar la historia de Temujin y consciente del linaje que corría por sus venas, le ofreció en matrimonio a su hija Burte, a la que nuestro protagonista amaría y respetaría todos los días de su vida.
El tiempo pasó y Temujin alcanzó la edad de 17 años completando su formación gracias a la hospitalidad de su nuevo clan. En este momento, contando con unos aliados poderosos que le respaldaban sin reservas, Temujin se lanzó a la conquista de la llanura.
Aplastó sin ceremonia a las tribus más débiles, dejando tan sólo unos pocos supervivientes para que fueran vendidos como esclavos. La historia del hijo de Yesugai resurgiendo de sus cenizas para vengar la muerte de su padre se extendió como un incendio por la estepa y cada vez más guerreros se unían a su causa.
Por fin llegó el momento en el que Temujin pudo enfrentarse una vez más a Tartugai. De un lado del campo de batalla, 13.000 mongoles de tribus dispares bajo el mando del líder en ciernes; al otro, 30.000 tai-schutos confiados en poder vencer sin demasiados problemas a aquel arrogante joven y a su horda de desharrapados. ¿El resultado? los tai-schutos fueron barridos del campo de batalla y su tribu fue exterminada desde el guerrero más orgullosos hasta el bebé más inofensivo mientras 60 de sus lugartenientes más importantes eran ejecutados mediante la inmersión en agua hirviendo.
En los años que siguieron a la masacre de los tai-schutos, Temujin se dedicó a golpear sin piedad al resto de tribus, sometiéndolas una tras otra hasta que, en el año 1.203, rompió sus lazos de alianza con Toghrul y lo expulsó de su propio territorio.
A estas alturas, el ejército comandado por nuestro protagonista era ya más poderoso que cualquiera que pudieran oponerle, por lo que los keraitas de Toghrul no pudieron hacer nada salvo seguir a su líder y someterse a la voluntad de Temujin.
Tres años más tarde, en 1.206, se celebró la asamblea de jefes tribales en la que Temujin obtuvo el nombre que le acompañaría durante el resto de su vida.
Los mongoles tenían la creencia de que la tierra no era sino una gran llanura rodeada de océanos, por lo que otorgaron a Temujin el título de Gengis Khan: Señor de todos los océanos. De esta manera, a los 39 años de edad, el hijo desterrado de Yesugai se convirtió en el emperador de los mongoles.
Durante los años siguientes, el recién nombrado khan, se afanó en sentar las bases del imperio mongol. Agradecido por la educación que le había dado Hulun e impulsado por el amor que profesaba hacia su esposa Burte (que a estas alturas le había dado ya cuatro hijos), Gengis Khan dio privilegios a las mujeres otorgándoles el derecho a la propiedad privada e incluso a combatir junto a los guerreros.
Acto seguido, el nuevo líder se concentró en reunir el ejército más poderoso que había pisado la edstepa y lanzarlo contra sus enemigos para extender aún más sus dominios... pero esa es otra historia que abordaremos este mismo viernes.
Gengis Khan |
Yesugei era un líder poderoso, pero no tanto como para que los tártaros, el terror de la llanura, no se atreviesen a atacarle. Debido a esto, Yesugei fue envenenado por sus enemigos tártaros en una fiesta a la que había sido invitado atraído mediante engaños.
Temujin queda huérfano de padre a la edad de nueve años; pero no todo está perdido. Su madre, Hulun, queda al cuidado del joven heredero y le inculca una educación adecuada para hacerse cargo de los designios de un pueblo que aún llora la muerte de su líder.
La tribu de nuestro protagonista, temerosa ante la idea de que les guiara un khan tan jóven y, según su opinión, tan débil, empieza a abandonar a Temujin. Dos terceras partes del clan desertan mientras el resto de tribus se abalanzan como buitres sobre las fértiles tierras gobernadas por el joven cacique. Hulun, viéndo la indefensión en que se encuentra su tribu, a la que casi no le quedan guerreros, coge a su hijo y huye a la inmensidad de la estepa.
Aquí comienza la leyenda de cómo un niño huérfano llamado Temujin llegó a convertirse en el líder unificador de todas las tribus mongolas y en el regente del imperio más grande de la historia.
Temujin crece en el agreste salvajismo de la llanura asiática, pero no se contagia de él. Su madre, siempre atenta a su educación, y los pocos leales que habían huído con él le instruyen en conceptos tan dispares como la diplomacia, la lucha con espada, la monta de los célebres caballos mongoles y el tiro con arco.
A la edad de 13 años, Temujin considera que su momento ha llegado: se arma de valor y llama a los antiguos banderizos de su padre. La respuesta, por desgracia, no fue la que él esperaba.
En vista de la oportinidad que se les presentaba y temerosos de que el joven aspirante a khan (pues ya había perdido aquel título) pudiera causarles algún problema, los que fueron lugartenientes de Yesugai meten a Temujin en un cepo y se lo entregan a Tartugai, el khan de la tribu más odiada por la gente de nuestro protagonista.
Los días pasan con lentitud desesperante y Temujin utiliza decenas de sutiles estratagemas para granjearse la simpatía del carcelero que Tartugai había designado para él. Una noche, aprovechando un descuido de su guardián, Temujin le apuñala con su propia daga y se da a la fuga, refugiándose en el cauce seco de un río mientras Tartugai pone todo su empeño en darle caza.
La alianza de Temujin y Toghrul |
Toghrul, tras escuchar la historia de Temujin y consciente del linaje que corría por sus venas, le ofreció en matrimonio a su hija Burte, a la que nuestro protagonista amaría y respetaría todos los días de su vida.
El tiempo pasó y Temujin alcanzó la edad de 17 años completando su formación gracias a la hospitalidad de su nuevo clan. En este momento, contando con unos aliados poderosos que le respaldaban sin reservas, Temujin se lanzó a la conquista de la llanura.
Aplastó sin ceremonia a las tribus más débiles, dejando tan sólo unos pocos supervivientes para que fueran vendidos como esclavos. La historia del hijo de Yesugai resurgiendo de sus cenizas para vengar la muerte de su padre se extendió como un incendio por la estepa y cada vez más guerreros se unían a su causa.
Por fin llegó el momento en el que Temujin pudo enfrentarse una vez más a Tartugai. De un lado del campo de batalla, 13.000 mongoles de tribus dispares bajo el mando del líder en ciernes; al otro, 30.000 tai-schutos confiados en poder vencer sin demasiados problemas a aquel arrogante joven y a su horda de desharrapados. ¿El resultado? los tai-schutos fueron barridos del campo de batalla y su tribu fue exterminada desde el guerrero más orgullosos hasta el bebé más inofensivo mientras 60 de sus lugartenientes más importantes eran ejecutados mediante la inmersión en agua hirviendo.
En los años que siguieron a la masacre de los tai-schutos, Temujin se dedicó a golpear sin piedad al resto de tribus, sometiéndolas una tras otra hasta que, en el año 1.203, rompió sus lazos de alianza con Toghrul y lo expulsó de su propio territorio.
A estas alturas, el ejército comandado por nuestro protagonista era ya más poderoso que cualquiera que pudieran oponerle, por lo que los keraitas de Toghrul no pudieron hacer nada salvo seguir a su líder y someterse a la voluntad de Temujin.
Gengis Khan emperador |
Los mongoles tenían la creencia de que la tierra no era sino una gran llanura rodeada de océanos, por lo que otorgaron a Temujin el título de Gengis Khan: Señor de todos los océanos. De esta manera, a los 39 años de edad, el hijo desterrado de Yesugai se convirtió en el emperador de los mongoles.
Durante los años siguientes, el recién nombrado khan, se afanó en sentar las bases del imperio mongol. Agradecido por la educación que le había dado Hulun e impulsado por el amor que profesaba hacia su esposa Burte (que a estas alturas le había dado ya cuatro hijos), Gengis Khan dio privilegios a las mujeres otorgándoles el derecho a la propiedad privada e incluso a combatir junto a los guerreros.
Acto seguido, el nuevo líder se concentró en reunir el ejército más poderoso que había pisado la edstepa y lanzarlo contra sus enemigos para extender aún más sus dominios... pero esa es otra historia que abordaremos este mismo viernes.
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