martes, 19 de julio de 2011

Una ametralladora en el siglo III a.C.

De todos es sabido que los chinos han contribuido tanto a la historia militar como a la civil con numerosos inventos, entre ellos el que hoy nos ocupa: el chu ko nu, la primera ballesta de repetición de la historia.


Chu ko nu (funcionamiento)
Su invención se atribuye al estratega militar Zhuge Liang y fue concebida como un arma portátil y ligera que se disparaba desde la cadera, lo que le restaba bastante precisión. Si bien la posición de disparo no era ni mucho menos la idónea, este matiz no tenía demasiada importancia cuando, gracias a su novedoso diseño, el chu ko nu podía lanzar otra saeta en menos de un segundo.
La ballesta china de repetición fue usada hasta finales del siglo XIX sin sufrir apenas modificaciones sobre su diseño original, que consistía en una ballesta de mano con un cargador anclado sobre el carril y una palanca que permitía realizar en un sólo movimiento las acciones de tensar, cargar y disparar.

Gracias al cargador que incorporaba y a su sistema de disparo, el chu ko nu podía mantener una cadencia de diez disparos cada quince segundos mientras que una ballesta de cabestrante sólo era capar de lanzar una saeta en el mismo tiempo.
La velocidad de disparo tenía sus contraprestaciones en la falta de precisión y en la escasa eficacia de sus flechas contra regimientos de combate pesados, pero los chinos también supieron solventar este problema: envenenaron la punta de las saetas de modo que una mínima herida pudiera provocar la muerte o la incapacidad del enemigo en cuestión de minutos. De este modo, si un regimiento de ballesteros cubría a su infantería antes de una batalla, el contingente enemigo veía caer sobre su posición una lluvia de flechas envenenadas que, literalmente, oscurecían el cielo.

Ballesta de repetición pesada
Si un sólo ballestero era capaz de poner diez venablos en el cielo en unos quince segundos, tratad de imaginar la magnitud que tendría la descarga provocada por un regimiento de, por ejemplo, 50 ballesteros armados con chu ko nu y disparando un total de 2.000 flechas por minuto.

Esta ballesta de repetición fue modificada a lo largo de la historia derivando hacia versiones de mayor tamaño, como las balistas de repetición, utilizadas por última vez en la Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895) y consideradas como las precursoras de la celebérrima ametralladora Gatling.

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