viernes, 23 de septiembre de 2011

El puñal de misericordia

Vamos a dedicar unos minutos a un puñal extraodinario que, empuñado por las manos adecuadas, podía convertirse en una excelente arma tanto ofensiva como defensiva. Si bien su aspecto no resulta demasiado amenazante en comparación con espadas, hachas o mazas, lo cierto es que el puñal de misericordia fue una de las armas que más muertes causaron durante la Edad Media.

Estilete
En un principio, los caballeros trababan combates individuales en medio de grandes batallas campales en las que no había margen para el error. Es por esto por lo que este tipo de estiletes alargados y generalmente de hoja estrecha que los luchadores conocían desde tiempos pretéritos alcanzaron en la Edad Media su cénit.
Cuando la muerte rodeaba a un caballero por todas partes, no había demasiado tiempo para reaccionar y se hacía necesario matar al enemigo caído antes de que otro se abalanzase al combate o de que el derribado consiguiera levantarse. Para llevar a cabo esta sucia tarea nació la evolución del puñal que hoy en día conocemos como "misericordia". 
En el momento en que un caballero era derribado, su atacante se situaba sobre él, abría la visera de su casco para comprobar que no se tratase de un rehén valioso por el que se pudiera obtener un jugoso rescate e introducía la punta de su puñal bien a través de la propia visera (atravesando el ojo y clavando la punta en el cerebro) o bien entre las juntas de la armadura buscando el corazón. Evidentemente, esto le daba al caído el "toque de gracia" y facultaba al atacante para incorporarse de nuevo a la lucha.

El uso del puñal de misericordia fue decayendo paulatinamente a medida que las armaduras fueron desapareciendo en mayor o menor medida del panorama armamentístico europeo, pero no se ausentó durante mucho tiempo, sino que fue adaptado, dándole un filo cortante y un mayor tamaño para convertirlo en una de las armas preferidas de los soldados de los tercios españoles.

Existen varias diferencias entre la manera de utilizar este arma que tenían los caballeros medievales y la que tenían los recios soldados de tercio. Por ejemplo, mientras que para un caballero este arma era conocida como misericordia (pues pensaban que sólo debía usarse para librar a un contendiente honorable de sufrimientos innecesarios y poder continuar con el combate), su derivado del siglo XVI era llamado "quitapenas" entre los propios tercios.
Pero la diferencia no era sólo nominal, sino también formal. La longitud añadida y la capacidad de corte de la que se había dotado al antiguo puñal permitía al soldado de tercio luchar armado con una espada en la diestra y una daga en la siniestra, actuando este último como arma y escudo y siendo temido en toda Europa.
Mientras que un soldado corriente sólo podía parar con una mano y golpear con la otra, un soldado de tercio se permitía "jugar" con su enemigo, desviando la trayectoria del filo atacante con su "quitapenas" y asestando al enemigo una estocada, una cuchillada o una puñalada al cuerpo. Tal versatilidad en el ataque dejaba al agresor en franca inferioridad, pues le era imposible saber por qué lado y de qué arma le iba a venir el golpe.

Posteriormente, la misericordia o quitapenas (a gusto del consumidor) fue reduciendo su tamaño y ramificando sus posibilidades hasta convertirse en los actuales cuchillos tácticos o, simplemente, en navajas de resorte.

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