martes, 20 de septiembre de 2011

El rebelde desconocido

Nos encontramos en Pekín durante un caluroso 5 de junio del año 1989. Jeff Widener, Charlie Cole y Stuart Franklin asisten atónitos desde sus respectivas terrazas en el Hotel Beijing al espectáculo de los tanques entrando en la Plaza de Tiananmen.

Jeff Widener
Widener había sido arrestado el día anterior, durante las protestas estudiantiles, y todo su material había sido requisado por la policía del régimen chino; por lo que asistía a este momento histórico armado tan sólo con una Nikon de poca monta. Fue con esta cámara con la que Widener tomaría una de las instantáneas más famosas de la historia.
De repente, un extremo de la plaza estalla en vítores y el fotógrafo de Associated Press se abalanza sobre el borde de la terraza cámara en mano. ¿Por qué gritan? ¿qué está pasando? La respuesta le llega en forma de una imagen que daría la vuelta al mundo aquella misma noche: un hombre armado tan sólo con una bolsa en cada mano permanece en pie ante la columna de cuatro blindados que intenta entrar en la plaza.
Los tanques intentan esquivarle, pero el hombre se coloca delante de ellos una y otra vez, frenando su avance por la avenida hasta que, finalmente, la columna se detiene.
En este momento el hombre trepa al primero de los tanques y la Plaza de Tiananmen contiene el aliento, consciente de que el símbolo representado por aquel hombre anónimo puede acabar asesinado ante sus ojos por la propia dotación del tanque, al servicio del régimen.
Afortunadamente, el conductor del tanque antepuso la seguridad ciudadana a las órdenes recibidas y accedió a mantener una corta conversación con aquel desconocido sobre la escotilla de su propio blindado. Si bien hay un sinfín de especulaciones sobre lo que se pudo haber dijo en aquella conversación, lo cierto es que el contenido de la misma nunca ha trascendido.

El rebelde desconocido
Un par de minutos más tarde, el hombre bajó del tanque y fue empujado entre la multitud congregada en la plaza por un grupo de hombres de los que se sospecha que eran agentes gubernamentales sin uniformar. Los tanques siguieron su avance, las protestas fueron duramente reprimidas y el rebelde anónimo de Tiananmen desapareció para siempre.

Existen multitud de hipótesis acerca de lo que sucedió con el hombre tras este episodio. Distintas fuentes hablan de teorías tan dispares como que fue fusilado tras el fin de las protestas o que sigue vivo y residiendo en Taiwán bajo otra identidad... pero lo único que se sabe a ciencia cierta es que el rebelde anónimo desapareció entre la masa aquella calurosa mañana de junio dejando tras de sí una nueva esperanza para la juventud democrática de China y una instantánea de mala calidad que dió la vuelta al mundo derribando las ideas occidentales sobre el gigante asiático.

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