viernes, 29 de julio de 2011

El milagro de Empel

En esta entrada, vamos a adentarnos una vez más en ese cenagoso territorio que cabalga a medio camino entre la historia y la leyenda. El acontecimiento que nos ocupa se encuadra en el contexto de la Guerra de Flandes, concretamente durante el mes de diciembre de 1585.

Bandera de los tercios
El tercio de Bobadilla se encuentra aislado en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal y completamente rodeada por las tropas holandesas del almirante Holak. El cerco se va estrechando día a día hasta que el día 7 de diciembre, sabiendo que a los españoles hace tiempo que no les quedan víveres, el almirante holandés ofrece una rendición honrosa al Maestre Bobadilla... pero Holak no contaba con que la respuesta iba a ser: "Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos".
Enfadado por la respuesta de Bobadilla, Holak abre los diques de ambos ríos y el campamento queda rápidamente inundado. El único retazo de tierra firme que sobresale por encima de las aguas es el montecillo de Empel, en el que se atrincheran los soldados del tercio, dispuestos a presentar batalla y a morir allí si es menester.
A lo largo de aquel frío 7 de diciembre, las tropas holandesas hacen llegar hasta Empel una flotilla de 100 barcos de poco calado que les permiten estrechar aún más el cerco y rodear el promontorio por todos los flancos.

La tarde cae, la tropa española está rodeada y los soldados de Holak aguardan en las barcazas el amanecer del día siguiente para emprender la ofensiva que acabe con el tercio de Bobadilla. Para los holandeses, la suerte está echada... pero los españoles piensan que la última palabra aún no ha sido dicha.

Los soldados de Bobadilla empiezan a cavar trincheras por toda la superficie del pequeño monte y a barricar los bordes de las mismas con todo lo que tienen a mano. En medio de estos trabajos, un soldado golpea algo duro con su pala de trinchera y, al extraerlo del suelo embarrado, comprueba que se trata de una pequeña pintura (o una talla, según la fuente que se consulte) que representa a la Inmaculada Concepción.

Soldados de tercio
Informado del hallazgo por sus hombres, Bobadilla ordena instalar un pequeño altar en el centro de Empel y aconseja al tercio que se encomiende a su protección, por lo que los soldados entonan una oración ante la imagen de la virgen antes de irse a descansar.
En un momento dado de la noche, los soldados de guadia empiezan a notar como se levanta un viento inusualmente frío y advierten que las aguas que rodean el campamento están empezando a congelarse. Sin dudarlo ni un momento, empiezan a despertar a sus compañeros y emprenden una encamisada en toda regla.
Caminando sobre la capa de hielo que cubre las aguas del río, los soldados del tercio de Bobadilla escalan uno a uno los barcos holandeses y pasan a cuchillo a sus ocupantes, degollándolos mientras duermen gracias a que Holak se había confiado y había decidido no dejar vigías.
El propio almirante holandés manifestaría después su estupor con la famosa frase: "Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro".

En la mañana de aquel  día 8 de diciembre de 1585, con los cadáveres de la flota holandesa aún flotando en el agua alrededor de Empel, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los tercios de Flandes e Italia.

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