Hoy vamos a intentar honrar la memoria de un hombre que lo dio todo por sus semejantes, de una figura bien conocida por todos gracias a la magia del cine: Oskar Schindler.
Oskar Schindler |
Schindler nacía Svitavy (actual República Checa) el día 28 de abril de 1908, en el seno de una familia rica de comerciantes que mantenía importantes relaciones de negocio y amistad con numerosas familias judías. Oskar Schindler vivió en sus propias carnes las dificultades de las posguerrra tras la I Guerra Mundial y de la Gran Depresión producida en 1929 pero, gracias a su capacidad de adaptación, consiguió salir adelante al afiliarse por sus propios intereses al partido nazi en 1930.
Gracias a sus conocimientos de las familias de negocios judías en Polonia, Schindler pronto fue reclutado como informador por las SS lo que, unido a su afición por las fiestas, su inagotable capacidad para proveer a los oficiales de mujeres y sus activos contactos en el mercado negro, pronto le sirvió para labrarse una reputación entre los altos mandos.
Oskar Schindler, ya plenamente integrado en la estructura de las SS, ve en la invasión de Polonia una oportunidad de medrar en el mundo empresarial así que, en 1939, compra una fábrica de ollas en Cracovia y la reestructura para producir utensilios de campaña destinados a abastecer a la Wehrmacht... pero la mano de obra alemana es cara.
Es a partir de este momento cuando Schindler empieza a utilizar sus contactos. Como primera medida, habla con Amon Goeth (comandante del campo de concentración de Plaszow) para que desvíe alguno de los trenes que debían partir de su campo con destino a Auschwitz o a Treblinka.
En estas negociaciones, Oskar Schindler logra que Goeth le "alquile" a un habilidoso contable judío llamado Itzhak Stern quien, en una segunda fase, consigue ampliar el arrendamiento a un número que oscilaba en torno a los 300 operarios judíos que trabajaban por el día en la fábrica de Schindler y volvían por la noche al campo de Plaszow custodiados por guardianes de las SS.
Nuestro protagonista debía pagar, además de la cuota de arrendamiento, un porcentaje de los beneficios como tributo directo para Amon Goeth pero, aún así, el era un negocio redondo: los judíos no cobraban, no había que alimentarles (ya comerían en el campo) y, además, se esforzaban enormemente en su trabajo, pues eran conscientes de que su vida dependía de ello.
Pero Oskar Schindler, pese a su falta de escrúpulos para los negocios, era también un hombre de honor.
Gracias a la relación diaria en la fábrica, el hombre de negocios empieza a entender por fin que los judíos no están siemdo simplemente explotados como mano de obra esclava sino que, además, están siendo sistemáticamente exterminados.
La gota que colma el vaso llega con la represión del gueto de Cracovia, de la que Schindler es testigo directo y gracias a la cual comienza intensificar las negociaciones con Goeth. Con la excusa de ampliar el negocio, Schindler empieza a pagar al comandante una cantidad determinada por cada judío que emplease en su fábrica: Stern apuntaba el nombre en una lista, Schindler pagaba y Goeth enviaba al operario.
A estas alturas de la guerra, el negocio de los utensilios de campaña ya no es rentable para la Wehrmacht y Schindler se ve forzado a cambiar una vez más el rumbo del negocio y su fábrica empieza a elaborar cápsulas y proyectiles de artillería para poder seguir justificando las peticiones de trabajadores al campo de Plaszow... pero, en esta nueva etapa de su vida, Schindler ordena que un porcentaje de las cápsulas tuvieran defectos de fabricación que no fueran evidentes pero que limitaran su uso.
A finales de 1944, Oskar Schindler había sacado de Plaszow a más de 1200 judíos, quedando prácticamente en bancarrota.
Esta es la historia de un hombre que, si bien no fue siempre por el camino recto, fue capaz de aprender de sus errores y de rectificar en el momento justo, adaptándose a la situación y dando hasta la última moneda de su fortuna tratando de arrancar a sus semejantes de las garras de la muerte.
Oskar Schindler, ya plenamente integrado en la estructura de las SS, ve en la invasión de Polonia una oportunidad de medrar en el mundo empresarial así que, en 1939, compra una fábrica de ollas en Cracovia y la reestructura para producir utensilios de campaña destinados a abastecer a la Wehrmacht... pero la mano de obra alemana es cara.
Es a partir de este momento cuando Schindler empieza a utilizar sus contactos. Como primera medida, habla con Amon Goeth (comandante del campo de concentración de Plaszow) para que desvíe alguno de los trenes que debían partir de su campo con destino a Auschwitz o a Treblinka.
Stern con Schindler |
Nuestro protagonista debía pagar, además de la cuota de arrendamiento, un porcentaje de los beneficios como tributo directo para Amon Goeth pero, aún así, el era un negocio redondo: los judíos no cobraban, no había que alimentarles (ya comerían en el campo) y, además, se esforzaban enormemente en su trabajo, pues eran conscientes de que su vida dependía de ello.
Pero Oskar Schindler, pese a su falta de escrúpulos para los negocios, era también un hombre de honor.
Gracias a la relación diaria en la fábrica, el hombre de negocios empieza a entender por fin que los judíos no están siemdo simplemente explotados como mano de obra esclava sino que, además, están siendo sistemáticamente exterminados.
La gota que colma el vaso llega con la represión del gueto de Cracovia, de la que Schindler es testigo directo y gracias a la cual comienza intensificar las negociaciones con Goeth. Con la excusa de ampliar el negocio, Schindler empieza a pagar al comandante una cantidad determinada por cada judío que emplease en su fábrica: Stern apuntaba el nombre en una lista, Schindler pagaba y Goeth enviaba al operario.
Amon Goeth |
A finales de 1944, Oskar Schindler había sacado de Plaszow a más de 1200 judíos, quedando prácticamente en bancarrota.
Esta es la historia de un hombre que, si bien no fue siempre por el camino recto, fue capaz de aprender de sus errores y de rectificar en el momento justo, adaptándose a la situación y dando hasta la última moneda de su fortuna tratando de arrancar a sus semejantes de las garras de la muerte.
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