viernes, 1 de julio de 2011

Alesia, la firma de Julio César

Estamos en el caluroso verano del año 52 a.C. Las tribus galas que habían sido conquistadas seis años atrás se han revelado contra las ágilas romanas aniquilando a la decimotercera legión y eligiendo como líder a un bárbaro llamado Vercingétorix que, con un ejército de casi 300.000 hombres, ha mantenido numerosas escaramuzas con las legiones de Julio César.

Julio César
Finalmente el aún gobernador romano de las galias consigue vencer en varias ocasiones a la coalición de tribus bárbaras por lo que, en septiembre de ese mismo año, las tropas comandadas por Vercingétorix buscan refugio en la fortaleza de Alesia y se preparan para afrontar el que, sin duda, será un duro invierno.

En el mes de septiembre del año 52 a.C., Julio César llega a las puertas de Alesia y empieza a estudiar la situación.

La fortaleza está bien plantada en la cima de una colina rodeada de valles y ríos, por lo que un ataque frontal queda descartado de inmediato. Por otra parte, la ciudad fortificada tiene que soportar la manutención de los 80.000 soldados que se han refugiado en ella además de la de sus 250.000 habitantes habituales. De esta manera, César decide que la mejor manera de afrontar la situación consiste en establecer un asedio que obligue a los galos a rendirse por hambre, pero no cuenta con efectivos suficientes para establecer un cerco así que... ¿cómo se puede asediar una ciudad sin tener suficientes soldados?

Los zapadores romanos empiezan a trabajar y rodean el perímetro de la ciudad con dos fosos de cuatro metros y medio de ancho que llenan de agua desviando el curso de los ríos. Acto seguido, minan un terreno tras los fosos con trampas y zanjas que deben dificultar el avance de la infantería gala e imposibilitar por completo las embestidas de la caballería. Por último, levantan un muro de 18 kilómetros de longitud y 4 metros de altura que rodea la ciudad de Alesia estableciendo torres equipadas con artillería espaciadas regularmente a lo largo de la fortificación.
En un tiempo récord de tres semanas, la ciudad gala se ha convertido en una trampa hermética que rechaza uno tras otro los numerosos intentos de romper el cerco por parte de las tropas de Vercingétorix.

Cerco de Alesia
Pero no todo iba a ser tan fácil para César. Una sección de la caballería gala consigue escapar justo antes de la finalización de los trabajos y, cuando se entera de la grieta que se ha producido en su impenetrable sistema, el gobernador muestra su genio una vez más y ordena construir una segunda línea de fortificaciones de 21 kilómetros de perímetro alrededor de sus propios campamentos.

Cuando a finales de septiembre la hueste gala de Comio, rey de los atrebates, llega en auxilio de Alesia, se encuentran con los romanos cómodamente intalados entre dos muros de cuatro metros de altura mientras en la ciudad la situación comienza a ser desesperada.

Comio ataca las murallas exteriores y Vercingétorix, viendo el movimiento romano hacia el segundo perímetro, ordena secundar la ofensiva atacando las fortificaciones interiores... pero las zanjas romanas hacen su trabajo y lo que debía haber sido un ataque sorpresa se convierte en un ataque desordenado y tardío.
Las legiones consiguen mantener la posición y expulsan a los galos pero, el día 2 de octubre, las tropas de refuerzo lanzan una ofensiva de 60.000 hombres contra un punto débil que los exploradores galos han descubierto en el muro de César. Al mismo tiempo, Vercingétorix emprende una nueva salida desesperada en la que ataca el muro interior desde todos los ángulos.
Julio César se ve rodeado y divide a sus tropas a lo largo de todo el perímetro, enviando a la caballería de Labieno a defender la zona más comprometida: la brecha en la muralla exterior.

Rendición de Vercingétorix
La lucha se prolonga durante horas hasta que finalmente, tras un alto coste en vidas por uno y otro bando, los legionarios romanos consiguen repeler el ataque procedente de Alesia y César se ve forzado una vez más a tirar de casta tomando la tercera decisión clave sólo durante este asedio: toma bajo su mando directo a 13 cohortes de caballería (alrededor de 6.000 hombres) y cabalga encabezando la contraofensiva que habría de liberar la posición defendida por Labieno.
La línea de caballería que defiende la brecha se ha convertido ya en un amasijo de sodados agotados e incapaces de soportar por más tiempo el empuje de la horda gala pero, cuando ven acudir en su auxilio a 6.000 équites encabezados por el mismísimo César, sus esfuerzos se redoblan y entre todos consiguen poner en fuga a una tropa de caballería casi diez veces superior en número a la suya.

Ante esta muestra de tesón y valor por parte de las legiones romanas, Vercingétorix no puede hacer otra cosa que rendirse. Sus súbditos se mueren de hambre y César no va a levantar el cerco por lo que, al día siguiente, el caudillo galo abandona la protección de Alesia y depone las armas ante el gran hombre de roma.

1 comentario:

  1. Buena notícia! Me pasaré más a menudo, que la historia me gusta!

    A ver que os parece esta de romanos:
    http://varitiss.blogspot.com/2011/06/que-comian-los-romanos.html

    Un abrazo!

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