La historia de hoy transcurre en un pasado cercano, concretamente en la Guerra de los Balcanes. El contexto creado por el desmembramiento de la antigua Yugoslavia supuso un campo abonado para que los combatientes de ambos bandos cometieran un sinfín de venganzas personales que, con el tiempo, degeneró en una escalada de atrocidades culminada con la masacre de Srebrenica, el mayor genocidio europeo desde la II Guerra Mundial.
Srebrenica en la República Srpska |
Nuestra historia comienza el 28 de febrero de 1.992 con la fundación de la República Srpska, una entidad independiente de mayoría serbobosnia cuyo territorio se extiende a lo largo de una franja que rodea Bosnia-Herzegovina separándola de Serbia, Montenegro y Croacia. El alto mando serbio acogió con regocijo la idea y recibió con los brazos abiertos a la nueva república con la idea de integrarla en la Gran Serbia, un "ente abstracto" que debía agrupar a todos los serbios bajo un mismo territorio... el problema era que Srpska se había escindido de Bosnia y, por lo tanto, existían en su territorio algunas zonas aisladas de mayoría bosníaca, es decir, musulmana. Si tenemos en cuenta que los serbios eran mayoritariamente ortodoxos y que las relaciones interconfesionales en la zona estaban "algo deterioradas" entre otras cosas por estar en guerra, ya la tenemos liada.
Con el sueño de la Gran Serbia en mente, el ejército de la recién creada República Srpska empieza a efectuar una minuciosa limpieza étnica.
Las aldeas de mayoría bosníaca son arrasadas. En los pueblos en los que conviven representantes de ambas etnias, los propios habitantes son los que queman hasta los cimientos las casas de sus vecinos musulmanes no sin antes pegarle un tiro en la cara a toda la familia... si tenían suerte; si no, primero se producían violaciones en masa y luego se quemaba a la familia dentro de su propia casa. Los bosnios afincados en territorio serbio tuvieron que abandonar sus tierras en una huída desesperada que llevó a muchos de ellos hasta el último bastión bosníaco que quedaba en la República Srpska: Srebrenica.
El ejército serbobosnio entró en la ciudad a principios de 1.992 y, en contra de lo que se pudiera esperar, no cometieron "demasiadas" atrocidades, sino sólo algunas ejecuciones sumarias aisladas y unas pocas órdenes de deportación para civiles bosníacos. Aún así, el ejército de Bosnia-Herzagovina se rebotó y avanzó contra la ciudad tomándola en mayo de ese mismo año. Desde allí, las fuerzas bosnias se lanzaron a una ofensiva que culminó con la unión de Srebrenica a Zepa (territorio bosníaco) ampliando su dominio a un terreno de unos 900 kilómetros cuadrados.
Con todo y con eso, el ejército de la República Srpska se reorganizó bajo el mando del comandante Ratko Mladic y, meses después, inició una contraofensiva que redujo el área de influencia bosnia a unos 150 kilómetros cuadrados. Finalmente y cuando parecía que todo estaba a punto de estallar (otra vez) la ONU decidió tomar cartas en el asunto y se plantó en Srebrenica en marzo de 1.993.
Ratko Mladic |
Por aquel entonces la población bosníaca de todo el área había huído hacia la ciudad sobrepoblándola peligrosamente hasta un número que oscilaba entre los 50.000 y los 60.000 habitantes. Viendo el percal, la ONU decidió evacuar a un par de cientos de civiles... pero el gobierno bosnio se opuso frontalmente a este plan porque lo consideraba una colaboración al plan serbio de limpieza étnica, así que la ONU tuvo que echar el freno y permitir la superpoblación declarando la ciudad de Srebrenica, eso sí, zona segura bajo el control de Naciones Unidas. El secretario general de la ONU avisó entonces de que serían necesarios unos 34.000 soldados para que aquello fuera una zona segura "como Dios manda", pero la comunidad internacional se negó en redondo y desplegó un contingente de 7.500 cascos azules autorizada para utilizar la fuerza en defensa propia pero no en defensa de los civiles a los que debían proteger, por lo que la declaración de zona segura se convirtió en un fiasco de dimensiones considerables dejando a la autoridad de Naciones Unidas en entredicho.
Durante los dos años siguientes la sitiuación en Srebrenica se fue deteriorando cada vez más. Los militares bosnios afincados en la ciudad no tuvieron más remedio que acatar las directrices de la ONU e iniciar el desarme mientras que los soldados de Srpska aprovechaban para rearmarse y estrechar cada vez más el cerco sobre la ciudad. A todo esto, el contingente destinado a proteger Srebrenica se fue reduciendo cada vez más hasta que, a principios de 1.995, sólo quedó en la ciudad el Dutchbat, un destacamento holandés formado por 600 cascos azules.
Viendo que la declaración de zona segura en Srebrenica era un cachondeo, el presidente de la República de Srpska ordenó a sus soldados que estrecharan aún más el cerco y que cortaran las vías de suministros que mantenían con vida a la ciudad. A partir de esta orden, Srebrenica se mantuvo en todo momento al borde de la catástrofe humanitaria: la comida escaseaba, las medicinas eran un bien de lujo e incluso el combustible estaba destinado para uso exclusivo de las patrullas de la Dutchbat... hasta que este también se agotó obligando a los soldados de Naciones Unidas a patrullar a pie y provocando que 200 de ellos fueran secuestrados por las fuerzas de Srpska en cuanto ponían un pie fuera del perímetro de seguridad.
El día 11 de julio de 1.995, la ciudad de Srebrenica caía tras un corto combate en manos de la República de Srpska. La población civil huyó tomando dos vías: los combatientes y hombres en edad militar huyeron a través del bosque en dirección a la población de Tuzla mientras que las mujeres, los niños y los ancianos se encaminaron hacia la fábrica de baterías de Potocari, donde los cascos azules tenían su sede.
La ONU se planteó iniciar un contraataque para liberar la ciudad, pero los de Srpska le hizo dar marcha atrás amenazando con bombardear la fábrica en la que tenía su base el Dutchbat y alrededor de la que se agolpaba ya una multitud de 25.000 refugiados.
Al día siguiente, el 12 de julio, Ratko Mladic, comandante en jefe de las tropas de Srpska se reunió con Thomas Karremans, máximo responsable del Dutchbat, en un hotel de la cercana localidad de Bratunac. Allí, Mladic le transmitió a Karremans y, por extensión, a la ONU un mensaje muy claro: en presencia degolló un cerdo mientras le decía al general holandés que cumpliera a rajatabla las órdenes del ejército de Srpska.
Base de Potocari |
A partir de este momento empieza a desarrollarse en Srebrenica un teatro del absurdo que tiene por fin retransmitir en la televisión serbia la "intensa labor humanitaria" desarrollada por las tropas de Srpska. Mientras las cámaras filman como Mladic reparte caramelos y sonrisas entre los niños famélicos de la ciudad, los pocos hombres que habían conseguido refugiarse en Potocari eran separados de sus familias a la fuerza por soldados armados y ejecutados detrás de cualquier edificio. Mientras parte de la soldadesca de Srpska subía a las mujeres en autobuses que debían evacuarlas hacia zonas más seguras, otra parte se dedicaba a separar a otras mujeres de sus hijos y violarlas repetidas veces hasta que se convertían en guiñapos que ya sólo servían para recibir una bala en la nuca. Y mientras todo esto sucedía a su alrededor, el contingente holandés seguía la consigna de los tres monos: no ver, no oír, no hablar.
Mientras tanto, la columna que había partido en dirección a Tuzla no corría mucha mejor suerte. El viaje comprendía una distancia de 55 kilómetros en línea recta, pero estos debían recorrerse por un terreno montañoso extremadamente escarpado. Además, los 15.000 hombres que formaban la columna llevaban consigo tan sólo un poco de pan y azucar lo que, unido a la hambruna que ya habían pasado en la ciudad, hacía que sus piernas estuvieran débiles.
Entre los hombres que formaban la columna se encontraban los supervivientes del ejército bosnio que había tratado de defender la ciudad. Estos soldados se posicionaron en cabeza de la columna equipados con las mejores armas con las que pudieron hacerse y haciendo tareas de avanzadilla y protección de civiles... pero el hambre y la deshidratación no perdonan ni a los hombres mejor armados y cuando, al segundo día de marcha, se agotaron las provisiones, muchos enloquecieron lanzándose contra sus propios compañeros. A partir de este momento, la columna se convirtió en una especie de rebaño que paraba de vez en cuando para que sus componentes comieran hierba, la única forma que tenían de mantenerse con vida unas horas más.
En la mañana del 12 de julio, la columna sufrió un ataque con artillería pesada cuando cruzaba un camino de asfalto a la altura de la localidad de Kamenica y se separó quedando dos tercios de la misma en manos del ejército de Srpska que aprovechó la situación sin reparos y utilizó a los bosníacos en su beneficio obligándoles a gritar hacia los bosques falsas promesas de libertad para que sus familiares y amigos salieran al descubierto, donde eran inmediatamente fusilados.
Uno de estos episodios se produjo en la aldea de Sandici, donde los hombres de Mladic ordenaron a un bosnio cautivo que gritara en la dirección en la que se creía que estaban los restos de la columna. Un número de entre 200 y 300 hombres salieron de los bosques bajando al llano para responder a la llamada de su compatriota, pero los de Srpska los dispusieron en filas y los ametrallaron no sin antes separar a uno de ellos al que cortaron las orejas y sacaron un ojo para después enviarlo a los bosques a modo de advertencia.
Sólo un pequeño grupo de hombres consiguió llegar con vida a Tuzla (territorio bosnio), donde fueron recibidos por un contingente médico que se encargó de ellos administrándoles grandes cantidades de nutrientes y tranquilizantes.
Como siempre pasa en estos casos, los números son confusos: se estima que en torno a 8.000 personas murieron en la masacre de Srebrenica. La cifra de desaparecidos es, simplemente, incalculable.
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