Si bien las noticias sobre las ejecuciones por aplastamiento no llegaron a Europa hasta bien entrada la Edad Media, en el continente asiático ya llevaban cepillándose prisioneros por este método desde hacía casi 4.000 años.
Ejecución por elefante |
En las antiguas culturas de, sobre todo, el sur y el sudeste asiático, el elefante era utilizado en las ejecuciones como símbolo del poder real, pues se consideraba que si el soberano era capaz de mantener bajo su autoridad a la mayor de las bestias, también tenía que ser capaz de administrar la vida y la muerte a su antojo. Además, es cierto que en la mayoría de los casos el condenado acababa despiezado pero, a veces, al reyezuelo correspondiente se le encendía las bombillas y "sólo" condenaba al prisionero a ser pateado por un elefante durante un par de horas (o un par de días, a gusto del consumidor) para luego soltarle con un montón de huesos rotos y la carta de libertad en la mano.
El el oeste de Asia, las ejecuciones consistían básicamente en colocar al condenado delante del elefante, que le alzaba con la trompa y le aplastaba hasta darle muerte... pero en el sudeste del continente, los verdugos y reyes tenían un poco más de imaginación: Si el crímen no era demasiado grave, el elefante pisaba la cabeza o el abdomen del condenado matándolo instantáneamente, pero si el gobernante consideraba el agravio como especialmente grave, las formas de tormento se diversificaban considerablemente.
Una de las formas de ejecución consistía en colocar cuchillas en los colmillos del animal para que este, entrenado especialmente en esas lides, cortase poco a poco al reo, lo que acababa normalmente con una sangría descomunal. En otra de las posibles alternativas, el prisionero era puesto en el suelo a los pies del elefante, que sujetaba el tronco del hombre con la trompa mientras utilizaba las patas para triturar sus huesos o arrancar sus miembros uno a uno. Por último, en la India gustaban de utilizar un método consistente en atar las piernas del criminal a las patas traseras del paquidermo y arrastrarle por mitad del campo hasta que todas sus articulaciones habían sido dislocadas. Una vez hecho esto, el elefante caminaba hacia atrás y... bueno, ya os podéis imaginar lo que pasaba.
Además de todo esto, hay que añadir que los elefantes eran utilizados a menudo en Asia como forma de ordalía, es decir: si el acusado era hallado culpable de un crímen que no se podía demostrar, se le lanzaba a luchar contra un elefante y, si el animal tenía el día tonto y el hombre salía vivo del trance, se le consideraba inocente.
Más cerca de nuestro contexto geográfico, romanos, macedonios y cartagineses también utilizaron en su día a los elefantes como herramienta ejecutora, pero estos eran meros aprendices al lado de los asiáticos y sus ejecuciones consistían en echar a un grupo de prisioneros a los elefantes como quien echa un hueso a los perros, lo que acababa con una carnicería considerable pero carecía de la espectacularidad buscada por los reyes del este.
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