viernes, 22 de abril de 2011

Gilles de Rais

El día 10 de Septiembre de 1404 nacía en el castillo de Champtocé, en la Bretaña francesa, uno de los nobles más ilustres y, al mismo tiempo, más abominable de la historia.

Gilles de Rais
Primogénito de una de las familias más prominentes de la la Francia medieval, Gilles de Rais empezó pronto a dar muestras de su carácter irascible contra los tutores y sacerdotes a los que sus padres confiaban la educación del pequeño Gilles y de su hermano menor, René. No dejaba de ser un niño demasiado travieso pero, al fin y al cabo, perfectamente normal... hasta que Guy de Laval, su padre, murió cuando Gilles contaba con nueve años de edad y todo su mundo cambió drásticamente.
La embestida de un jabalí en una cacería acabó con la vida de Guy de Laval desgarrándole el vientre y desparramando sus entrañas por el suelo ante la mirada horrorizada de su primogénito, a quién acompañaría de por vida la memoria de este trance. Como bien es sabido, las tragedias nunca bienen solas, de modo que la viuda, Marie de Craon, murió al poco tiempo y tanto Gilles como René quedaron a cargo de su abuelo materno: Jean de Craon, un hombre soberbio y pagado de sí mismo que les inculcó a sus nietos valores tan cuestionables como la vanidad o el desprecio por aquellos a los que consideraba inferiores.

Durante los años que pasó a cargo de su abuelo, Gilles de Rais hizo prácticamente lo que le vino en gana, sin limitaciones de ningún tipo. Tanto es así que, con 14 años fue armado caballero embutido en una armadura que el propio Jean de Creon le había regalado y empezó a entrenarse con la espada para, tan sólo un año después, retar a su mejor amigo de la infancia, Antoin, a un duelo y acabar con su vida clavándole un machete en el cuello. Acababa de cumplir quince años y se había cobrado su primera vida.
Los padres de Antoin, de condición humilde, sabían de sobra que no podían luchar contra la influencia de Jean de Creon, de modo que aceptaron la indemnización que se les ofreció a cambio de la vida de su hijo y la acusación de asesinato que pesaba sobre Gilles quedó, finalmente, en nada.

Castillo de Champtocé
Como no podía ser de otra manera en un hombre de su posición, Gilles de Rais partió a la guerra con 16 años, alistándose bajo el mando del duque de Bretaña en la Guerra de Sucesión Bretona. Este conflicto supone la irrupció de Gilles de Rais en el contexto de la Guerra de los Cien Años donde, más adelante se desarrollarían todos sus talentos.
Comandaba una milicia pagada por él mismo y, según cuentan las crónicas de la época, luchaba siempre a la vanguardia de sus soldados, lo que le valió el respeto de los hombres de armas y una provechosa reputación ante Georges de La Trémoille, chambelán del delfín de Francia.

Ya en casa y con 17 años se produce otro de los episodios que contribuyen a entender en parte cómo actuaba la total ausencia de limitaciones sobre la mente de Gilles de Rais. El día 24 de abril de 1422 Gilles rapta a su prima Catherine de Thouarscon, de 15 años, y se desposa con ella con el objetivo de sumar las propiedades de la familia Thouarscon a su propio patrimonio, lo que le convertiría en el noble más rico de Francia... pero no todo iba a ser tan fácil.
La familia de la muchacha rechaza la unión y se niega a entregar sus castillos al hombre que había raptado a su hija, de modo que Gilles de Rais secuestra del mismo modo a su suegra y la encierra en una celda donde sólo la alimenta con pan y agua hasta que su voluntad se doblega y consiente en la unión. Siete años después nacía su primera hija, Marie.
Poco después de nacer la niña, Catherine de Thouarscon la cogió en los brazos y ambas se refugiaron en uno de los castillos de su padre, lo más lejos posible de Gilles quien, por otro lado, ya poseía sus riquezas y no hizo el menor esfuerzo por localizarlas.

Tras ese episodio, el chambelán La Trémoille le reclutó al servicio del delfín de Francia, Carlos VII, quién puso a disposición de Gilles un pequeño ejército y le mandó a combatir en la Guerra de los Cien Años. Esta etapa plagada de combates tuvo una influencia definitiva sobre su vida: allí conoció a Juana de Arco.

Juana de Arco
Gilles de Rais, Juana de Arco y otros generales de cierto renombre como el Duque de Aleçon o La Hire se plantaron ante las puertas de Orleans con un ejército a todas luces insuficiente... y liberaron la ciudad en 8 días.
Al entrar triunfantes en la ciudad que llevaba sitiada varios meses, sus habitantes les recibieron entre ovaciones que les proclamaban como salvadores de Francia y Gilles de Rais empezó a ver en Juana no ya a una elegida de Dios, sino al mismísimo Dios encarnado en doncella.
Desde ese momento, Gilles se convirtió en su guardaespaldas y luchó codo con codo con ella en todas las batallas ganándose así, con tan sólo 25 años, el título de Mariscal de Francia.

Esta fue una etapa feliz en la vida de Gilles de Rais, quien se sentía realizado espiritualmente al lado de Juana y, además, podía volcar su ira sobre el ejército inglés en lugar de sobre los suyos. Pero todo cambió cuando, el 31 de Mayo de 1431, Juana de Arco fue capturada, juzgada y condenada a morir en la hoguera por la propia Iglesia de Francia.
Gilles contrató de su propio bolsillo un pequeño ejército mercenario para liberar a Juana de su destino, pero no consiguió llegar a tiempo y tan sólo se encontraba  a 25 kilómetros de Rouen cuando fue ejecutada.

Siguió combatiendo durante cuatro años más hasta que en 1434 su protector, el chambelán La Trémoille, cayó en desgracia y Gilles perdió su título de mariscal. Este hecho dió el toque de gracia a la mente trastornada de nuestro protagonista, que se refugió en el castillo de Tiffauges para dar rienda suelta a sus excesos.

Castillo de Tiffauges
Se rodeó de una corte de 50 eclesiásticos y 200 soldados de caballería que le acompañaban a casi todas partes mientras dilapidaba su fortuna en organizar conciertos, orgías o representaciones teatrales, que llegaron a contar con hasta 150 actores, de sus campañas al lado de la Doncella de Orleans.
Todo aquel que acudía a su castillo era agasajado y salía cargado de regalos en un intento desesperado de Gilles por mantener su reputación; pero el dinero empieza a agotarse mientras el momento de la bancarrota se acerca a pasos agigantados.

Con la mitad de sus propiedades vendidas en busca de crédito y sus amigos alejándose de él, Gilles de Rais cambia a los eclesiásticos por una corte de brujas, magos y nigromantes con los que empieza a ahondar en la alquimia, buscando el la transmutación de los metales el oro que tanto necesitaba... hasta que una orden real condena la alquimia como herejía y un nigromante convence a Gilles de que sólo conseguirá recuperar su antiguo esplendor si ofrece al diablo la sangre de niños sacrificados.
Los sirvientes de Gilles empiezan a recorrer las aldeas en busca de niños plabeyos a los que convencen con la promesa de convertirlos en pajes en alguno de los castillos de su señor. Los padres entregan a sus hijos gustosos con la intención de darles un futuro mejor en casa del noble pero cuando, en 1440, las desapariciones habían llegado a las 1000 en menos de ocho años y los padres no conseguían de ninguna manera contactar con sus hijos, el clamor unánime de la plebe alcanzó las más altas esferas del estamento nobiliario francés.

Durante ocho años, Gilles de Rais violó y asesinó, no necesariamente en ese orden, a varios centenares de niños. Les sacaba los intestinos, les arrancaba los ojos o les cortaba la yugular para bañarse en su sangre mientras su corte de hechiceros invocaban al diablo y decapitaban a los niños para, posteriormente, clavar las cabezas en picas y competir por saber cuál de ellos era más bello.
Cuando los plebeyos de una determinada región empezaban a clamar en su contra, Gilles se mudaba con toda su siniestra comitiva a otro de sus castillos en Machecoul o Champtoncé para seguir con la dantesca vorágine de violencia.

Todo llegaría a su fin cuando Gilles se vio obligado a vender uno de sus últimos castillos a Geoffroy de Farron, el tesorero del rey.


Geoffroy compró el castillo de Saint Etienne de Memorte y dejó a su cargo a Jean de Farron, eclesiástico y hermano del tesorero. Poco después, Gilles se enteró de que uno de sus primos quería comprar ese mismo castillo pero pensaba que de Farron no aceptaría la anulación de la venta, de modo que se presentó en su antiguo castillo con una guarnición y secuestró a Jean como medida de presión.
La noticia del rapto llegó a oídos del obispo de Nantes, Jean de Malestroit, y éste se puso en contacto con el condestable del rey, quien envió un contingente al castillo de Tiffauges con óden de arrestar a Gilles.

Ejecución de Gilles de Rais
Durante el juicio, Gilles de Rais se mostró inestable y tan pronto se declaraba inocente como culpable hasta que, finalmente, empezó a relatar los crímenes que había cometido con tal nivel de detalle que toda la Francia de la época se estremeció. El antiguo mariscal fue encontrado culpable y condenado a muerte por sodomía, herejía y asesinato, crímenes por los que fue ahorcado en la propia Nantes.
Las actas de aquel juicio aún se conservan y pueden ser consultadas en numerosas fuentes, entre ellas el libro "El mariscal de las tinieblas" del tristemente fallecido Juan Antonio Cebrián, dónde se pueden leer fragmentos como el siguiente:

"Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente".

Y qué mejor manera de cerrar este post que con una cita del propio Gilles de Rais gracias a la que se puede apreciar el peculiar modo de ver el mundo que tenía el mariscal:

"Yo soy una de esas personas para quienes todo lo que está relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo. (...) Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla." 

1 comentario:

  1. Excelente, excelente articulo. Brilantemente redactado, sin excesos de informacion o huecos en relacion con el perfil promedio del lector de este blog. Muy muy bueno. Gracias, lo estare siguiendo desde ahora y viendo que ha publicado antes. Hasta pronto.
    Cerbero

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