martes, 12 de abril de 2011

La carga de la brigada ligera

Para este primer episodio de nuestra andadura nos situaremos en el año 1854 en el marco de la península de Crimea, en el extremo europeo de la Rusia zarista regida por los Romanov.

Península de Crimea
La guerra de Crimea había estallado el año anterior por disensiones entre la iglesia católica y la ortodoxa, y se encontraba en pleno apogeo el 25 de Octubre de 1854, cuando en Balaclava se produjo la batalla que nos ocupa hoy y que enfrentó a rusos e ingleses en un combate feroz.

Los ingleses contaban con el apoyo de franceses y turcos, pero las tropas rusas propinaron el primer golpe cogiendo desprevenidos a las soldados ingleses y tomando algunos reductos que se encontraban en manos otomanas.
En el segundo envite, el ejército ruso lanzó su caballería, que contaba de unos 3500 hombres bien armados y pertrechados, contra la brigada de caballería pesada británica que, mermada por la enfermedad y el terrible invierno ruso, contaba con tan sólo 600 efectivos.

En este momento se produce un punto de inflexión en la batalla de Balaclava ya que la caballería inglesa consigue, pese a su reducido número, abrir una brecha entre las tropas rusas y, apoyada por regimientos de infantería, logra poner en desbandada a toda la poderosa caballería rusa, lo que prácticamente otorga la victoria a los ingleses. Pero no todo se había decidido...

Tras esta terrible acometida, el capitán de las tropas aliadas observó cómo los rusos comenzaban a retirarse y desmontaban algunas piezas de artillería existentes en los reductos que anteriormente habían estado bajo la custodia de los turcos.

Cosacos artilleros
Viéndose en esta tesitura, el capitán decidió enviar un mensajero a la brigada ligera de caballería británica instándoles a que emprendieran una ofensiva y evitaran que los cañones cayeran en manos de los rusos. Pero el líder aliado cometió un error, envió cómo correo a un alto mando de los húsares que, no se sabe si por orgullo o por falta de entendimiento, envió a la brigada de caballería ligera hacia otra posición, encomendándoles la misión de tomar otras piezas de artillería situadas en el núcleo del ejército ruso.

En ese núcleo se encontraban 30 cañones pesados situados en línea, flanqueados por dos baterías y protegidos por una ingente cantidad de cosacos.

Tras los anteriores encontronazos con el ejército ruso, la brigada ligera estaba conformada tan sólo por 673 hombres ente lanceros, húsares y dragones. Pero pese a esto, el sentido del deber y del honor británico prevaleció y los jinetes se situaron en formación de combate a una distancia de 2,5 kilómetros de los rusos.

Comenzaron a avanzar al paso, 900 metros, los rusos lanzan sus primeras descargas de artillería provocando una masacre entre las primeras filas de la brigada ligera.

Húsar británico
Comienza el trote, 500 metros, al galope, desenvainan sus espadas y se lanzan a la carga sobre las filas enemigas mientras los rusos seguían proyectando descargas de artillería sobre sus filas y provocando una auténtica carnicería entre los jinetes británicos.

Los dragones ligeros cargaron contra los servidores de las baterías mientras los cosacos pasaban a usar la fusilería para continuar con la matanza. Mientras tanto, el octavo regimiento de húsares cobraba venganza por sus compañeros caídos entre las filas rusas, lo que consiguió poner en retirada a los cosacos que aún defendían los cañones.

De los 673 hombres que se lanzaron hacia una muerte segura, sólo regresaron 175.

Esta fue la carga de caballería más heroica y a la vez más inútil que ha contemplado el mundo. Los cañones se tomaron, es cierto, pero por culpa de una orden que nunca se dió y provocando innumerables bajas que convirtieron a la brigada ligera, orgullo de la caballería británica, en despojos de sí misma.

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