A principios del siglo XX aconteció en la Unión Soviética un periodo que se llevó la vida de varios millones de personas en apenas dos años: el Holodomor, la gran hambruna de Ucrania. Hoy vamos a tratar de desentrañar el por qué y el cómo de estos tristes hechos.
Propaganda colectivista |
En el mes de diciembre de 1.929, las altas esferas del Partido Comunista deciden dar un giro de 180 grados a la política económica de la Unión Soviética. Hasta ese momento, el campesinado había supuesto la base de la economía , pero los jerifaltes del partido, con Stalin a la cabeza, consideran que la industrialización debe llegar a su territorio de manera masiva apoyándose en los campesinos, cuya producción debe convertirse en un bien colectivo del Estado sirviendo como sustento a aquella "industrialización relámpago".
Por aquel entonces, el 82% de la población soviética pertenecía al campesinado, pero pocos de ellos tenían tierras propias. La mayoría trabajaba como jornaleros a sueldo de los kulaks, los terratenientes, por lo que acogieron con entusiasmo las nuevas medidas colectivizadoras y se unieron en apoyo de la política de Moscú. Los kulaks, por su parte, no vieron con buenos ojos la rebelión de sus jornaleros, así que se alzaron contra la decisión del partido y empezaron a sacrificar ganado y cosechas: si ellos no podían obtener beneficios, el partido tampoco lo haría.
El enfrentamiento era inevitable y el Partido Comunista no se andaba con paños calientes en aquella época, de modo que los jerarcas de Moscú enviaron al Ejército Rojo a sofocar la rebelión de los kulaks. Los soldados, mejor entrenados y armados, entraron en los territorios occidentales de la Unión Soviética como un cuchillo caliente en mantequilla. La sublevación fue neutralizada con brutalidad, los kulaks fueron ejecutados y, ya que estaban, los líderes militares destacados en la zona aprovecharon la ocasión para "hacer una limpieza" consistente en la detención y deportación de casi medio millón de personas, que acabaron sus días bajo la atenta vigilancia del Gulag, trabajando hasta la extenuación en los campos siberianos.
Finalmente, los métodos de colectivización se imponen y el oeste de la Unión Soviética empieza a enviar su cuota a Moscú. En este punto confluyen los dos principales factores que desembocaron en el Holodomor: en primer lugar, la dirección del partido sube las cuotas, por lo que para el campesinado cada vez es más difícil satisfacer las exigencias de Moscú. En segundo lugar, una serie de malas cosechas provocan que el cupo fijado para 1.932 sea totalmente inasumible; lo que hace creer a Stalin que elementos extranjeros han tomado el poder en Ucrania para minar el modelo de colectivización.
En base a esta suposición, el líder comunista envía a Ucrania dos comisiones especiales encargadas de requisar la cuota correspondiente al Estado y, ya de paso, de provocar una hambruna artificial que le quite a los enemigos del régimen las ganas de minar las medidas colectivizadoras. Así empieza la peor hambruna de la historia de Ucrania.
A partir de este momento es cuando Ucrania, cuya capacidad de producción agraria era capaz de alimentar a dos veces la población del país, empieza a morir de hambre. Las cifras relativas a los peores momentos del Holodomor hablas de 25.000 muertos cada día.
Los cadáveres quedan tirados en medio de la calle por la simple razón de que los vivos no tienen fuerzas para recogerlos. A todo esto, el Ejército Rojo y la policía política campan a sus anchas requisando hasta el último grano de trigo mientras para los habitantes de aquel rincón de la Unión Soviética el cuero de las botas se convierte en un manjar capaz de mantenerlo a uno con vida durante un día más.
Pronto aparecen los primeros casos de canibalismo. Cuando el hambre comprime el estómago y hasta las ratas han huído o han sido devoradas, los ucranianos se ven en la difícil tesitura de comerse a sus muertos para sobrevivir. Los cadáveres, que antaño yacían en las calles, son ahora cocinados como alimento para las familias... pero la hambruna no parece tener fin y el gobierno central no cede un ápice, así que no tarda en manifestarse el lado más oscuro del ser humano: las cacerías de hombres.
Las víctimas eran normalmente niños, por tratarse del eslabón más débil en la cadena del hambre. Si algún infante se separaba demasiado de su familia o se internaba en los bosques, lo normal era que su familia no volviera a verle, pues el chiquillo acababa sus días en la olla de algún forajido.
Algunos de los archivos soviéticos referentes al Holodomor han sido ya desclasificados pero, aún así, es casi imposible establecer una cifra certera de víctimas. Los funcionarios de los soviets rurales tenían prohibido establecer el hambre como causa de la muerte de los ciudadanos, por lo que una inmensa cantidad de fallecimientos fueron atribuídos a las epidemias de tifus que asolaron la Unión Soviética occidental en medio de las condiciones de insalubridad provocadas por la hambruna.
Por otra parte, las deportaciones masivas también tienen mucho que ver en que las estimaciones asignen al Holodomor cifras que oscilan entre 1,5 y 10 millones de muertos; si bien las aproximaciones más realistas hablan de entre 3 y 3,5 millones de fallecimientos por hambre sólo en Ucrania, a los que habría que sumar el millón y medio muerto en Kazajistán y los cientos de miles que cayeron en el resto de la Unión Soviética occidental para llegar a una cifra de entre 5 y 6 millones de víctimas en tan sólo dos años.
Cadáveres en las calles de Járkov |
Los cadáveres quedan tirados en medio de la calle por la simple razón de que los vivos no tienen fuerzas para recogerlos. A todo esto, el Ejército Rojo y la policía política campan a sus anchas requisando hasta el último grano de trigo mientras para los habitantes de aquel rincón de la Unión Soviética el cuero de las botas se convierte en un manjar capaz de mantenerlo a uno con vida durante un día más.
Pronto aparecen los primeros casos de canibalismo. Cuando el hambre comprime el estómago y hasta las ratas han huído o han sido devoradas, los ucranianos se ven en la difícil tesitura de comerse a sus muertos para sobrevivir. Los cadáveres, que antaño yacían en las calles, son ahora cocinados como alimento para las familias... pero la hambruna no parece tener fin y el gobierno central no cede un ápice, así que no tarda en manifestarse el lado más oscuro del ser humano: las cacerías de hombres.
Las víctimas eran normalmente niños, por tratarse del eslabón más débil en la cadena del hambre. Si algún infante se separaba demasiado de su familia o se internaba en los bosques, lo normal era que su familia no volviera a verle, pues el chiquillo acababa sus días en la olla de algún forajido.
Algunos de los archivos soviéticos referentes al Holodomor han sido ya desclasificados pero, aún así, es casi imposible establecer una cifra certera de víctimas. Los funcionarios de los soviets rurales tenían prohibido establecer el hambre como causa de la muerte de los ciudadanos, por lo que una inmensa cantidad de fallecimientos fueron atribuídos a las epidemias de tifus que asolaron la Unión Soviética occidental en medio de las condiciones de insalubridad provocadas por la hambruna.
Por otra parte, las deportaciones masivas también tienen mucho que ver en que las estimaciones asignen al Holodomor cifras que oscilan entre 1,5 y 10 millones de muertos; si bien las aproximaciones más realistas hablan de entre 3 y 3,5 millones de fallecimientos por hambre sólo en Ucrania, a los que habría que sumar el millón y medio muerto en Kazajistán y los cientos de miles que cayeron en el resto de la Unión Soviética occidental para llegar a una cifra de entre 5 y 6 millones de víctimas en tan sólo dos años.
que espeluznante ,,casi es imposible de creer pero la historia es cierta ,,,el comunismo definitivamente es una enfermedad mental.
ResponderEliminarque espeluznante ,,casi es imposible de creer pero la historia es cierta ,,,el comunismo definitivamente es una enfermedad mental.
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