Quinto Sertorio nació en la Italia del siglo II a.C. en el seno de una familia acomodada que gozaba de todas las ventajas ofrecidas por su estatus en una República Romana que se hallaba en plena expansión. Pronto empieza a destacar por su depurada oratoria y por las dotes militares que demuestra contra la tribu germánica de los cimbrios en las batallas de Arausio y Vercelae, lo que le vale un puesto de tribuno militar en Hispania, donde ganaría la máxima condecoración militar de Roma por su eficiencia al reprimir el motín de Cástulo.
Al poco tiempo, abandona Hispania para ser nombrado cuestor en la Galia Cisalpina, donde permanece hasta el estallido de la Primera Guerra Civil de la República Romana, en la que toma partido por el bando de Cayo Mario poniendo sus tropas al servicio del antiguo cónsul y entrando en Roma al frente de una de las cuatro legiones que tomaron la ciudad. La carrera de Sertorio cotiza al alza: su cercanía a Cayo Mario y a Lucio Cornelio Cina le valen un puesto de pretor en la Hispania Citerior, a la que se desplaza en el año 83 a.C. Todo va sobre ruedas... pero el movimiento de Mario no le hace ninguna gracia a Sila (comandante supremo de los ejércitos romanos), que reune 6 legiones y marcha sobre la ciudad. Lucio Cornelio Sila toma Roma en el año 82 a.C. Del mismo modo, Lucio Valerio Flaco es nombrado gobernador de la Citerior y Sertorio es declarado enemigo de Roma.
Cneo Pompeyo Magno |
Lejos de entregarse pacíficamente, Sertorio empieza a recabar apoyos entre las tribus de la zona y a plantar cara a las guarniciones romanas enviadas para detenerle. Viendo venir la que está a punto de liarse en la Citerior, Roma envía al procónsul Quinto Cecilio Metelo con la misión de sofocar la rebelión antes de que esta germine... pero Metelo es incapaz de hacer frente a las tribus locales, aglutinadas en torno a la figura de Sertorio, y el antiguo pretor conquista prácticamente toda la Citerior con sus guerreros nativos.
La rebelión hispana empieza a covertirse en una auténtica molestia para Roma, que ve como un renegado tiene en jaque a todas las legiones destacadas en la península; así que el gobierno de la República decide enviar a Cneo Pompeyo en ayuda de Metelo.
Pompeyo llega a Hispania en el año 77 a.C. y conquista casi inmediatamente la costa catalana. Las cosas empiezan a ponerse feas para Quinto Sertorio, que aprovecha el parón invernal de las operaciones para reabastecer a su ejército y fabricar nuevas armas.
Durante la campaña del año 76 a.C. Sertorio intenta cortar las vías de comunicación entre Pompeyo (en la Citerior) y Metelo (en la Bética). En un primer momento, las tropas leales a Sertorio lo consiguen pero, debido en gran parte a la ineptitud de su lugarteniente, Metelo consigue derrotar a los Sertorianos en Itálica y reunir sus tropas con las de Pompeyo en la recién conquistada Valentia, lo que relega a Sertorio a un atrincheramiento forzoso en Sagunto.
En estas estamos cuando llega el invierno del año 75 a.C. salvando sobre la campana al antiguo pretor, que está acogotado a tiro de piedra de las tropas romanas.
Sertorio se retira hacia el interior devastando los campos en una estrategia de "tierra quemada". Sus esfuerzos empiezan a surgir efecto y aquellas batallasen las que él mismo se encarga de mandar a las tropas son resueltas con éxito... pero sus lugartenientes siguen siendo militarmente inútiles y Sertorio no puede estar en todos los frentes a la vez, por lo que el territorio de influencia sertoriana se va reduciendo cada vez más.
A estas alturas, los romanos ya se habían dado cuenta de que Calagurris constituía la base del abastecimiento sertoriano y de que, si conseguían cortar la comunicación de Sertorio con esta ciudad, su propia táctica de "tierra quemada" le mataría de hambre, así que pusieron la plaza bajo asedio en la campaña del 74 a.C.
Pompeyo establece un cerco en torno a Calagurris, pero Sertorio consigue llegar hasta él y, acompañado de 3.000 soldados, consigue levantar el asedio y obligar a los romanos a retirarse, con lo que consigue prolongar la guerra hasta que el invierno del año 73 a.C le da un nuevo respiro... al menos hasta que Pompeyo aprovecha la pausa invernal para poner de nuevo bajo asedio a Calagurris.
Refugiado en la ciudad de Osca, Quinto Sertorio es traicionado y asesinado por sus propios partidarios en los albores del año 72 a.C. La desesperación cunde entre los sertorianos, que huyen en todas direcciones y se entregan al perdón de Roma; pero Calagurris no se entrega, Calagurris resiste.
Fiel a la memoria de su caudillo más allá de la muerte, la ciudad resiste abandonada por sus aliados y rodeada de estandartes romanos.
Durante todo el año 72 a.C., los calagurritanos se esforzaron por resistir tanto tiempo como fuera necesario... pero el hambre no sabe de bandos y pronto el peligro de la muerte por inanición empezó a sobrevolar la ciudad. Este segundo asedio había pillado por sorpresa a los hispanos, quienes ya se creían salvados por Sertorio y, en consecuencia, no habían acumulado víveres suficientes.
Cuando la situación se vuelve insostenible y los más débiles empiezan a morir de hambre, los calagurritanos se ven forzados a tomar una decisión horrible: la plaza debe resistir hasta la última gota de sangre y, por lo tanto, las mujeres, los niños y los ancianos deben ser sacrificados para servir como sustento a los guerreros, que comerán su carne y resistirán hasta el final.
Dicho y hecho. Los "débiles" son sacrificados y su carne no sólo es devorada por los guerreros hispanos, sino que el remanente es salado para poder mantener a los defensores de la ciudad durante casi un año hasta que, finalmente, la inanición se impuso y los romanos entraron en la plaza encontrando tan sólo calles vacías y montones de cadáveres desnutridos aún aferrados a sus espadas.
La rebelión hispana empieza a covertirse en una auténtica molestia para Roma, que ve como un renegado tiene en jaque a todas las legiones destacadas en la península; así que el gobierno de la República decide enviar a Cneo Pompeyo en ayuda de Metelo.
Pompeyo llega a Hispania en el año 77 a.C. y conquista casi inmediatamente la costa catalana. Las cosas empiezan a ponerse feas para Quinto Sertorio, que aprovecha el parón invernal de las operaciones para reabastecer a su ejército y fabricar nuevas armas.
Durante la campaña del año 76 a.C. Sertorio intenta cortar las vías de comunicación entre Pompeyo (en la Citerior) y Metelo (en la Bética). En un primer momento, las tropas leales a Sertorio lo consiguen pero, debido en gran parte a la ineptitud de su lugarteniente, Metelo consigue derrotar a los Sertorianos en Itálica y reunir sus tropas con las de Pompeyo en la recién conquistada Valentia, lo que relega a Sertorio a un atrincheramiento forzoso en Sagunto.
En estas estamos cuando llega el invierno del año 75 a.C. salvando sobre la campana al antiguo pretor, que está acogotado a tiro de piedra de las tropas romanas.
Sertorio se retira hacia el interior devastando los campos en una estrategia de "tierra quemada". Sus esfuerzos empiezan a surgir efecto y aquellas batallasen las que él mismo se encarga de mandar a las tropas son resueltas con éxito... pero sus lugartenientes siguen siendo militarmente inútiles y Sertorio no puede estar en todos los frentes a la vez, por lo que el territorio de influencia sertoriana se va reduciendo cada vez más.
A estas alturas, los romanos ya se habían dado cuenta de que Calagurris constituía la base del abastecimiento sertoriano y de que, si conseguían cortar la comunicación de Sertorio con esta ciudad, su propia táctica de "tierra quemada" le mataría de hambre, así que pusieron la plaza bajo asedio en la campaña del 74 a.C.
Pompeyo establece un cerco en torno a Calagurris, pero Sertorio consigue llegar hasta él y, acompañado de 3.000 soldados, consigue levantar el asedio y obligar a los romanos a retirarse, con lo que consigue prolongar la guerra hasta que el invierno del año 73 a.C le da un nuevo respiro... al menos hasta que Pompeyo aprovecha la pausa invernal para poner de nuevo bajo asedio a Calagurris.
Quinto Cecilio Metelo Pío |
Fiel a la memoria de su caudillo más allá de la muerte, la ciudad resiste abandonada por sus aliados y rodeada de estandartes romanos.
Durante todo el año 72 a.C., los calagurritanos se esforzaron por resistir tanto tiempo como fuera necesario... pero el hambre no sabe de bandos y pronto el peligro de la muerte por inanición empezó a sobrevolar la ciudad. Este segundo asedio había pillado por sorpresa a los hispanos, quienes ya se creían salvados por Sertorio y, en consecuencia, no habían acumulado víveres suficientes.
Cuando la situación se vuelve insostenible y los más débiles empiezan a morir de hambre, los calagurritanos se ven forzados a tomar una decisión horrible: la plaza debe resistir hasta la última gota de sangre y, por lo tanto, las mujeres, los niños y los ancianos deben ser sacrificados para servir como sustento a los guerreros, que comerán su carne y resistirán hasta el final.
Dicho y hecho. Los "débiles" son sacrificados y su carne no sólo es devorada por los guerreros hispanos, sino que el remanente es salado para poder mantener a los defensores de la ciudad durante casi un año hasta que, finalmente, la inanición se impuso y los romanos entraron en la plaza encontrando tan sólo calles vacías y montones de cadáveres desnutridos aún aferrados a sus espadas.
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