Dejemos volar nuestra imaginación hacia la Texas de mediados del siglo XIX. En esta época, los aún jovencísimos Estados Unidos están sumidos en una miríada de luchas políticas en reivindicación de su indiosincrasia. Texas era por aquel entonces una provincia mexicana, pero los colonos que la habitaban eran de origen anglosajón y se sentían más identificados con los vecinos emergentes del norte que con sus propios gobernantes, lo que desembocó irremisiblemente en la Guerra de Independencia de Texas.
Santa Anna |
El conflicto estalló oficialmente el 2 de octubre de 1.835 cuando, en protesta por una nueva constitución promulgada por los mexicanos, el "ejército" de Texas ocupó la ciudad de San Antonio. Esto no le hizo demasiada gracia al presidente de Mexico, Antonio López de Santa Anna, que cargó con todas sus fuerzas contra los rebeldes consiguiendo sonadas victorias en las batallas de El Álamo, Refugio y Coleto... pero no era suficiente con hacer huir a los despojos del ejército tejano: había que exterminar cualquier conato de rebeldía y eso pasaba por aplastar hasta al último soldado rebelde.
Con esta idea en mente, Santa Anna se pone al mando de sus tropas e inicia una incursión en territorio tejano en persecución de los soldados rebeldes comandados por Samuel Houston, al que dió alcance en las cercanías de la actual ciudad de Morgan's Point. Desde las márgenes del río San Jacinto, ambas fuerzas se miraban mientras los refuerzos llegaban poco a poco a uno y otro bando. El día 21 de abril de 1.936, Santa Anna contaba con unos 1.500 hombres mientras que la fuerza comandada por Houston rebasaba por muy poco los 900. El mexicano, confiado en que los de Texas no atacarían, ordena descanso y ni siquiera deja centinelas. Advirtiendo la total inactividad del campamento de Santa Anna, Houston convoca un consejo de guerra en el que deja claro que no se fía de la situación. En dicha reunión, los tejanos acuerdan dividir sus fuerzas: una parte de la tropa rodeará el bosquecillo en el que se refugian los mexicanos y destruirá un puente que hay en su retaguardia para cortar la retirada mientras Houston, con otro contingente, avanza a través del bosque y ataca por sorpresa.
A las 16:30, los hombres de Houston salen de la espesura descargando su fusilería contra el campamento de Santa Anna... pero no hay respuesta hasta que, algunas andanadas después, tímidas ráfagas empiezan a salir de las filas mexicanas cuando ya es demasiado tarde y los de Texas hacen una auténtica carnicería entre los mexicanos. ¿Qué ha pasado? Houston no se puede creer... hasta que le explican que la casi totalidad de la fuerza de Santa Anna (incluído él mismo) estaba durmiendo la siesta cuando se produjo la ofensiva y que los soldados mexicanos no se habían despertado hasta encajar las primeras ráfagas de fusilería.
La Batalla de San Jacinto se zanjó con un saldo de 9 muertos en el bando tejano. En el bando mexicano, las cifras fueron "algo" más altas: en torno a 800 muertos y heridos y casi 700 prisioneros, incluyendose entre ellos al propio Santa Anna lo que, al ser este presidente de México, le valió a Samuel Houston el fin de la guerra y la independencia de Texas.
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