martes, 16 de abril de 2013

La orilla izquierda del Dniéster

Con el afán de conocer un poco mejor las circunstancias derivadas de la caída de la Unión Soviética, hoy vamos a emprender un viaje hacia Transnitria, una franja de “tierra de nadie” situada entre Moldavia y Ucrania que, pese a haber sido foco de conflicto hace relativamente poco (o quizá precisamente por eso), se ha convertido en uno de esos estados de Europa del este de los que nadie se ocupa y cuyo destino se la trae al pairo a la mayor parte de la comunidad internacional.

Ubicación de Transnitria
Nuestra andadura comienza en la década de 1.980. En esta época, las políticas liberalistas de Mijaíl Gorbachov estaban sembrando la simiente de una Unión Soviética abierta al mundo que la rodeaba mediante una serie de directrices que empezaban a dar sus primeros frutos. El problema es que toda política tiene un contrapunto, y estos fueron los movimientos nacionalistas que, alejados ya del férreo control estalinista, empezaron a cobrar fuerza en las repúblicas satélites.
En la República Socialista Soviética de Moldavia, el renacer nacional tuvo una buenísima acogida en todo el territorio salvo en una pequeña franja de terreno situada en el margen izquierdo del río Dniéster que, por caprichos del destino (o de los movimientos de población ordenados por Stalin, vaya usted a saber), contaba con una aplastante mayoría de población de origen ruso y ucraniano que aplastaba los sentimientos nacionalistas de los pobladores autóctonos. A pesar de esto, el gobierno central decide hacer oídos sordos a las reclamaciones de aquella región y empieza a promulgar leyes que alejan cada vez más al país de la órbita soviética: se instaura el moldavo como lengua oficial, se cambia el himno, se adopta el alfabeto latino en detrimento del cirílico y se elimina el apócope “soviética” del nombre del país, que pasa a llamarse simplemente República de Moldavia.
Esto constituye un insulto para los transnitrios que, el 2 de septiembre de 1.990, cogen el toro por los cuernos y se autoproclaman país independiente bajo el nombre de República Moldava Pridnestroviana. El nuevo país constituía sólo un 10 % del terreno de su antiguo dueño, pero por aquel entonces la economía de Moldavia era básicamente agrícola y las políticas industrializadoras soviéticas habían ido convertiendo durante años a Transnitria en una especie de polígono industrial gigantesco que generaba el 90 % de la energía que necesitaba la República Moldava para abastecerse, por lo que no es de extrañar que la proclama de independencia no le hiciera ninguna gracia al exsatélite soviético, que entró en una guerra extraoficial con Transnitria. ¿Extraoficial? Sí, porque ambos países eran tan recientes que ninguno de ellos contaba con un ejército propio digno de ese nombre, así que eran los policías y civiles de los dos bandos los que se daban cera día sí y día también en las zonas fronterizas mientras los pocos soldados disponibles se zurraban la badana.

Infantería transnitria cruzando hacia Moldavia
Esta guerra encubierta se mantuvo hasta mediados de 1.991, cuando la policía moldava detuvo en Kiev a la plana mayor del gobierno transnitrio. A partir de ese momento la cosa empezó a ponerse realmente seria y ambos bandos empezaron a reunir tropas que llegaron hasta los 30.000 efectivos en el bando moldavo y unos 25.000 en el transnitrio.
Los enfrentamientos se desarrollaron en ambas orillas del río Dniéster y sobre todo en los puentes que lo cruzaban, aunque la mayor parte de la acción tuvo lugar en torno a la ciudad fronteriza de Dubasari. Esta población se encontraba en territorio moldavo, pero contó con representantes de la autoridad transnistria hasta que uno de ellos, Igor Shipcenko, fue asesinado. Según la versión oficial el autor del crímen fue un adolescente... pero un gran número de voluntarios habían acudido a defender la independencia del nuevo país y no iban a contentarse con mirar como los aldeanos se apedreaban, así que acusaron a la policía moldava del asesinato de Shipcenko y un grupo de cosacos venidos del este asaltó la comisaría de Dubasari en medio de la noche. Los 26 policías que formaban la dotación de la ciudad se atrincheraron en el edificio y pidieron ayuda al gobierno central, pero el presidente pensó que rescatar a los policías a golpe de tanque le podía resultar un pelín molesto a los habitantes de la zona y que aquello podía degenerar en una masacre, así que ordenó a los atrincherados que se rindieran al mando transnitrio.
Viendo la posición en la que quedaban sus compañeros, el resto de policías del distrito de Dubasari tomaron cartas en el asunto y se concentraron en el pueblo de Cocieri, donde asaltaron un depósito de armas y se equiparon para echar de allí a los transnitrios a base de plomo, lo que consiguieron asegurando el pueblo y sus aledaños como fieles a la causa moldava.

A todo esto, el 14º ejército ruso también andaba por la zona haciendo de las suyas. El gobierno ruso estaba interesado en que el movimento nacional moldavo fracasase pero aún así su intervención militar en Transnitria puede dividirse en tres fases bien diferenciadas, una por cada general que tuvo el 14º ejército durante aquel periodo. El primero de ellos fue el general Yákolev, que apoyó abiertamente la causa independentista abriendo sus arsenales para armar a los rebeldes. Tanto fue así que el día 3 de diciembre de 1.991 renunció a su cargo como general para hacerse cargo del ministerio de defensa del recién creado país, lo que supuso la llegada del segundo de los generales: Yuri Netkachev.
Aleksandr Lébed
El nuevo general 14º ejército tenía claro que no iba a ser un mero sustituto de Yákolev, así que cambió la forma de actuar del ejército y cerró los arsenales declarando que su tropa debía hacer gala de una posición neutral. Su afán por buscar un acercamiento le impulsó a servir como mediador en las negociaciones entre Tiráspol (capital transnistria) y Chisinau (capital moldava)... pero la cosa se le fue de las manos y aquello acabó con una declaración oficial de guerra por parte de ambos bandos en junio de 1.992, lo que no gustó nada al alto mando ruso, que lo destituyó enviando en su lugar a Aleksandr Lébed.
La etapa del nuevo general al mando del 14º ejército puede resumirse con una frase atribuída precisamente a él mismo: “Le he dicho a los hooligans separatistas de Tiráspol y a los fascistas de Chisinau que o paran de matarse entre ellos, o voy y les disparo a todos con mis tanques”. Dicho y hecho: el 3 de julio de 1.992 a las 3 de la mañana, Lébed cruzó el Dniéster con sus tropas y arrasó a todas las tropas moldavas que había en la ribera dejando clara la posición rusa con respecto al conflicto y dándolo por zanjado de una vez por todas.

A día de hoy Transnitria es un estado sólo reconocido por la República de Abjasia, la República de Osetia del Sur, y la República de Nagorno Karabaj, es decir, que a ONU pasa del tema e incluso la propia Rusia se niega a reconocer la independencia que Lébed consiguió para los transnitrios. La sucesión de enfrentamientos fronterizos que propiciaron aquella secesión importante únicamente para transnitrios y moldavos dejó un balance que oscila en torno a las 9.000 bajas en cada bando.

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