miércoles, 21 de noviembre de 2012

La autocanasta de Alocén

Hoy nos vamos a salir de la dinámica de batallas y personajes habitual del log para dedicarle unas líneas a una historia deportiva ocurrida, además, hace relativamente poco y que obligó a la federación internacional de baloncesto a cambiar la reglamentación vigente hasta ese momento: la autocanasta de Alocén.

Nuestro relato nos lleva hasta el día 18 de enero de 1.962. El Real Madrid de baloncesto jugaba su partido de ida correspondiente a los octavos de final de la Copa de Europa de aquel año en la cancha del más que correoso Varese italiano. El pabellón era una olla a presión y el equipo de Pedro Ferrándiz (por aquel entonces entrenador del Real Madrid) se las veía y se las deseaba para mantener la igualdad en el marcador a costa de cargar de faltas a sus jugadores más destacados.
Así pues, en los instantes finales del partido el tanteo era de 80 a 80 con posesión para los de Ferrándiz, quien se veía ya en una prórroga en la que, con los jugadores importantes del Real Madrid eliminados ya por acumulación de faltas, se preveía como una auténtica carnicería de puntos favorable al Varese. Ante esta tesitura, el entrenador español sacó a la pista al pívot Lorenzo Alocén con instrucciones concretas y con un único objetivo en mente: perder aquel partido, pues era preferible perder de tan sólo dos puntos (teniendo en cuenta que debían ugar la vuelta en Madrid) que arriesgarse a un tiempo extra que podía ser devastador para los intereses europeos de los madrileños.
El pívot aragonés sale al parquet y, ante el estupor general del pabellón, anota en su propia canasta. Al principio, los jugadores del Varese alzan los brazos celebrando la victoria pero, tras unos primeros instantes, se dan cuenta de la treta ideada por Ferrándiz y empiezan a protestar airadamente causando una auténtico pandemónium entre el público, por lo que la expedición madridista se ve obligada a abandonar la pista a todo correr.

Es cierto que esta maniobra no fue ni mucho menos ética... pero también es cierto que en ese momento no había ninguna regla que prohibiera las autocanastas y que a Ferrándiz no le pudo salir mejor la treta: en el partido de vuelta celebrado en el pabellón madrileño, el equipo español ganó al Varese remontando la diferencia de dos puntos y alcanzando la siguiente fase del campeonato. 
Aquel año, el Real Madrid llegarían a la final de la Copa de Europa (que perderían contra el Dinamo Tblisi), pero no sería recordado por el buen juego desplegado durante todo el torneo sino por la maniobra, para unos magistral y para otros deplorable, ideada por Ferrándiz: la autocanasta de Alocén.

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