Jorge II |
Estamos en el año 1.738, España lleva 70 años en caída libre y los ingleses quieren aprovechar esta situación para hacerse con el dominio de centroamérica. Las escaramuzas entre barcos británicos y españoles son constantes, pero no suponen un casus belli claro... hasta que a un capitán español se le va la mano.
En este mismo año, el capitán Julio León captura frente a las costas de La Florida a un contrabandista inglés llamado Robert Jenkins. León decide castigar a Jenkins cortándole una oreja (lo que no suponía una sanción demasiado dura para la época) y mandarlo de vuelta a Inglaterra con su oreja metida en un tarro de alcohol y, este fue su error, con un mensaje para el rey Jorge II que decía: "Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve".
El incidente no habría pasado a mayores de no ser porque Inglaterra estaba deseando buscarle las cosquillas a los españoles para emprender una guerra por el control del Caribe. Jenkins, tras el largo viaje hacia su tierra natal, mostró su oreja cortada al parlamento británico, que declaró la guerra a España y destinó para ello una enorme fuerza de 186 barcos y unos 30.000 hombres con base en Jamaica.
En noviembre de 1.739 la flota inglesa asaltó y tomó la plaza de Portobelo, en la actual Panamá. Edward Vernon, el almirante al mando de la flota británica envía una carta a Cartagena de Indias en la que amenaza sutilmente a los gobernadores españoles de la ciudad diciéndoles que "ha tratado bien a los rehenes de Portobelo aunque estos no lo merecían". Con esta misiva, Vernon pretende amedrentar a los españoles acantonados en Cartagena de Indias y que estos le entreguen la llave del Caribe por la vía rápida... pero al mando de la guarnición de la plaza está uno de los mejores militares (si no el mejor) que ha dado la historia de España: Blas de Lezo.
En una carta fechada en la nochebuena de aquel mismo año, el español responde a Vernon en un tono que no admite réplica diciéndole que, de haber estado él en Portobelo, no sólo habría puesto en fuga a los ingleses, sino que los hubiera perseguido y ajusticiado.
Esta respuesta, como era de esperar, no le hizo demasiada gracia al almirante, que se presentó con su flota en la costa de Cartagena de Indias el 13 de marzo de 1.741. Blas de Lezo contaba para la defensa con 3.000 soldados, 600 arqueros indios y 6 naves.
Almirante Edward Vernon |
Nada más llegar, Vernon empezó a bombardear desde sus naves las fortalezas que custodiaban la salida al mar de la ciudad. En poco tiempo, la flota inglesa destruye las fortalezas que sellaban el acceso a la bahía de Cartagena de Indias. Los defensores se repliegan hacia posiciones más apropiadas y destruyen tras ellos los 6 barcos que formaban la fuerza naval española en un vano intento por bloquear el paso de Vernon a través de la bahía.
Tras esta demostración de fuerza , el almirante inglés da por hecha la victoria y envía una carta a Inglaterra para comunicarle al rey que los españoles han sido derrotados... pero Vernon iba demasiado rápido y Jenkins no había sido vengado todavía: 600 españoles e indigenas supervivientes del ataque a la bahía se han atrincherado en la fortaleza de San Felipe de Barajas y no están dispuestos a rendirse de ningún modo. Los comandan Blas de Lezo y Carlos Desnaux, tienen víveres de sobra y están enfadados con los ingleses. La batalla está servida.
Tras esta demostración de fuerza , el almirante inglés da por hecha la victoria y envía una carta a Inglaterra para comunicarle al rey que los españoles han sido derrotados... pero Vernon iba demasiado rápido y Jenkins no había sido vengado todavía: 600 españoles e indigenas supervivientes del ataque a la bahía se han atrincherado en la fortaleza de San Felipe de Barajas y no están dispuestos a rendirse de ningún modo. Los comandan Blas de Lezo y Carlos Desnaux, tienen víveres de sobra y están enfadados con los ingleses. La batalla está servida.
Vernon quiere terminar con el trabajo por la vía rápida y ordena a sus artilleros el cañoneo incesante sobre la fortaleza mientras la infantería se adentra en la selva para atacar por la retaguardia. El plan es claro y sencillo: los cañones debilitan y la infantería da la puntilla desde atrás; pero la selva colombiana guarda un montón de sorpresas desagradables para Vernon y sus hombres.
El sofocante calor hace mella en la soldadesca inglesa, acostumbrada a climas más templados. La malaria se apodera de la columna y empieza a causar bajas, que se cuentan por cientos cuando los de Vernon consiguen rodear por completo la fortaleza. Una vez llegados a este punto, los ingleses se dan cuenta horrorizados de que el único acceso a la fortaleza por este lado consiste en una estrecha rampa sobre la que esperan 300 españoles armados con espadas y dagas que de Lezo ha colocado allí para taponar la entrada al bastión. Aún así, Vernon da la orden de carga.El choque es terrible. La orgullosa infantería inglesa se lanza con todo su poder contra aquel rompeolas de acero. Los españoles están en clarísima inferioridad, pero la estrechez de la rampa convierte el número en algo casi anecdótico, por lo que los hombres de Blas de Lezo se hartan de repartir estocadas y navajazos. Para cuando Vernon ordena retirada, la rampa chorrea sangre y sobre el suelo yacen los cadáveres de 1.500 soldados ingleses.
La resistencia a ultranza de Cartagena de Indias no le hizo ninguna gracia a Vernon, que veía como su carta iba a llegar a Inglaterra cargada de mentiras y como las epidemias iban mermando su tropa cada vez más. Finalmente, el almirante tomó la decisión de construir escalas y tratar de tomar la fortaleza al asalto en la noche del 19 de abril.
El ataque comienza de noche, bajo un nutrido fuego de artillería en ambas direcciones. La vanguardia inglesa está formada por esclavos jamaicanos armados con un machete y cargados con las escalas. A continuación, tres columnas de granaderos y casacas rojas salen a la ancha franja de terreno abierto que separa la selva de las murallas. La fusilería y los arcos indígenas empiezan a cobrarse sus primeras víctimas mientras los ingleses, inasequibles al desaliento, siguen avanzando hacia San Felipe de Barajas azuzando a los jamaicanos de las escalas que, por ir desprotegidos, caen a decenas. Aún así, los ingleses consiguen llegar al pie de la muralla para encontrarse con la sorpresa más desagradable que pudieran esperar.
Una vez más, Blas de Lezo se ha adelantado a la estrategia de Vernon y ha ordenado cavar un gran foso en torno a la fortaleza, lo que hace que las escalas se conviertan en un trasto inservible incapaz de superar la altura de ambos obstáculos.
Los jamaicanos intentan retroceder mientras que los granaderos y los casacas rojas empujan hacia delante obsesionados con la idea de acabar de una vez por todas con aquel insignificante contingente español. El campo abierto que se abre ante San Felipe de Barajas se convierte entonces en una masa hirviente de hombres asustados sobre la que los artilleros españoles y los arqueros indígemas disparan a placer.
Con las primeras luces del 20 de abril, el campo de batalla está encharcado con la sangre de cientos de cadáveres británicos. Contra todo pronóstico, las tropas inglesas siguen cargando a través del barrizal sólo para encontrarse con el foso y morir acribillados. Blas de Lezo, a quien no le gusta nada aquella situación, decide acabar con los ingleses restantes de un plumazo y ordena a los resistentes que salgan en una carga a bayoneta que se salda con la muerte de cientos de ingleses.
Vernon retrocede y ordena una retirada a los barcos. Las naves fondeadas en la bahía reciben orden de seguir cañoneando sin descanso la fortaleza durante 30 días más, pero tanto Vernon como su ejército saben que el esfuerzo es vano y que la plaza está perdida, por lo que los barcos ingleses inician una lenta retirada que culminará con la salida, el 20 de mayo, de la última nave inglesa que quedaba en la bahía de Cartagena de Indias.
En cuanto al balance de bajas... bueno, los números son el mejor ejemplo: 5 barcos ingleses fueron incendiados antes de la retirada por falta de tripulación que los gobernase y unos 15.000 británicos (la mitad de los soldados que componían el ejército inicialmente) murieron en aquella primavera de 1.741.
La resistencia a ultranza de Cartagena de Indias no le hizo ninguna gracia a Vernon, que veía como su carta iba a llegar a Inglaterra cargada de mentiras y como las epidemias iban mermando su tropa cada vez más. Finalmente, el almirante tomó la decisión de construir escalas y tratar de tomar la fortaleza al asalto en la noche del 19 de abril.
Blas de Lezo |
Una vez más, Blas de Lezo se ha adelantado a la estrategia de Vernon y ha ordenado cavar un gran foso en torno a la fortaleza, lo que hace que las escalas se conviertan en un trasto inservible incapaz de superar la altura de ambos obstáculos.
Los jamaicanos intentan retroceder mientras que los granaderos y los casacas rojas empujan hacia delante obsesionados con la idea de acabar de una vez por todas con aquel insignificante contingente español. El campo abierto que se abre ante San Felipe de Barajas se convierte entonces en una masa hirviente de hombres asustados sobre la que los artilleros españoles y los arqueros indígemas disparan a placer.
Con las primeras luces del 20 de abril, el campo de batalla está encharcado con la sangre de cientos de cadáveres británicos. Contra todo pronóstico, las tropas inglesas siguen cargando a través del barrizal sólo para encontrarse con el foso y morir acribillados. Blas de Lezo, a quien no le gusta nada aquella situación, decide acabar con los ingleses restantes de un plumazo y ordena a los resistentes que salgan en una carga a bayoneta que se salda con la muerte de cientos de ingleses.
Vernon retrocede y ordena una retirada a los barcos. Las naves fondeadas en la bahía reciben orden de seguir cañoneando sin descanso la fortaleza durante 30 días más, pero tanto Vernon como su ejército saben que el esfuerzo es vano y que la plaza está perdida, por lo que los barcos ingleses inician una lenta retirada que culminará con la salida, el 20 de mayo, de la última nave inglesa que quedaba en la bahía de Cartagena de Indias.
En cuanto al balance de bajas... bueno, los números son el mejor ejemplo: 5 barcos ingleses fueron incendiados antes de la retirada por falta de tripulación que los gobernase y unos 15.000 británicos (la mitad de los soldados que componían el ejército inicialmente) murieron en aquella primavera de 1.741.
Informacion sobre la historia completa en www.labatalladecartagenadeindias.com
ResponderEliminarcopión!
ResponderEliminarBuenos días,
EliminarDisculpa pero... no acuses si no estás seguro. Para empezar, en base a tu comentario he visto que publicaste uno acerca de este mismo tema. Pues bien, entiendo tu molestia por que las fechas de publicación casi hayan coincidido, pero por razones laborales tengo esto bastante abandonado y publico una vez por semana, por lo que ni siquiera había leído tu artículo.
Si te hace sentir mejor, disculpa por la cercanúia de las fechas.
Por otro lado, y después de leer tu artículo... ¡los textos ni siquiera son similares! Tú has escrito un artículo y yo he escrito otro sobre un tema que, por ser aniversario de las fechas en las que se produjo, consideraba oportuno. Pero, repito, los textos ni siquera se parecen.
Un saludo.
No se si has pillado que era una coña ¡Si me aunque me lo hubieras copiado me da igual! Es que el otro día me pasé por tu blog y ví que habías escrito un artículo sobre el sitio de cartagena y que la estructura era clavadita (primero hablas de la decadencia española, luego del sitio de portobello y finalmente del de cartagena). Me hizo gracia pensando que quizás habías pasado por mi blog y habías tomado la idea (que me da igual en serio, el comentario solo era una broma). En fin, en cualquier caso, lo que si me has copiado es el fondo (MAMA MIA ESO ES UN HURTO MAYOR!!!) pero no te preocupes, porque he aprobechado para cambiarlo y poner un par de cosillas. Sigue así!
ResponderEliminarOtro saludo
Disculpa entonces, no había pillado la coña.
EliminarUn saludo!