martes, 29 de noviembre de 2011

La batalla del millón de bajas

A principios de diciembre de 1.915, el alto mando aliado se reunió en Chantilly (Francia) para determinar la estrategia que deberían seguir durante el próximo año. En esta conferencia se decidió emprender una ofensiva conjunta desde territorio francés que debía impactar contra las líneas alemanas en el valle del río Somme aplastando toda resistencia y obligando a los imperiales a retirarse continente adentro... lo que los aliados no sabían es que los generales del Reich habían fortificado sus líneas en el Somme y habían planeado su propia ofensiva contra otra de las posiciones francesas: Verdún.

Los aliados avanzan hacia el valle del Somme cuando, el 21 de febrero de 1.916, los alemanes atacan Verdún. La ofensiva coge desprevenidos a los franceses y el alto mando, deseoso de conservar los territorios de la Lorena, desvía a la columna gala hacia la ratonera creada por los imperiales. De esta manera, el peso de la ofensiva del Somme queda en manos de las tropas británicas.

Una semana antes del inicio de la batalla, la maquinaria de guerra británica se pone en movimiento y las 19 divisiones desplazadas hasta el valle del Somme empiezan a trabajar.
Los Royal Fliying Corps empiezan a derribar Fokker alemanes y se hace con la supremacía del espacio aéreo. Al mismo tiempo, la artillería dispara sin descanso una lluvia de granadas sobre las posiciones del Reich mientras, bajo tierra, los zapadores británicos cavan túneles bajo las trincheras y bajo las principales líneas de abastecimiento alemanas. Estos túneles son rellenados con explosivos y los esforzados zapadores se retiran hacia posiciones más seguras con la satisfacción del trabajo bien hecho. Así llegamos al día 1 de julio de 1916.

Voladura de la primera trinchera
A las 7:20 de la mañana, los ingenieros británicos empiezan a detonar las cargas con las que se habían cebado las galerías subterráneas. 10 minutos después, todas las trincheras alemanas han saltado por los aires y la infantería británica empieza a avanzar sobre el campo desolado del Somme.
Los ingleses caminaban con aplomo, confiando en que la semana de bombardeos y la voladura de las trincheras hubieran acabado con casi todo el II Ejército Alemán... pero no había sido así. Cuando las columnas británicas empezaron a avanzar, los soldados del Reich salieron de detrás de los escombros con la boca de las ametralladoras escupiendo fuego sobre la tierra de nadie. Los alemanes habían sido especialmente entrenados en el reconocimiento de oficiales británicos y franceses, por lo que este colectivo fue el que acumuló las mayores bajas por parte de los fusileros mientras que los artilleros se centraron en repartir muerte indiscriminadamente por toda la línea del frente.
Con las últimas luces de aquel 1 de julio, se constató la terrible realidad: el ejército británico había sufrido un total de 57.470 bajas (entre las que había 19.240 muertos y 35.493 heridos) frente a las 8.000 del bando alemán.
Algunas columnas francesas habían conseguido tomar posiciones alemanas al sur del Somme pero la línea de defensa del Reich estaba prácticamente intacta y, en general, el primer día de la ofensiva había sido un rotundo fracaso para los aliados.

Caballería del Deccán
Durante las dos semanas siguientes, los refuerzos fueron llegando a uno y otro bando mientras los soldados británicos emprendían numerosas escaramuzas a lo largo de todo el frente. Estas pequeñas batallas se saldaron con sendas derrotas para el bando inglés.

El 14 de julio se produjo la segunda gran ofensiva del Somme, esta vez sobre el área de Bazentin. A las 3:20 de la mañana, la artillería aliada empezó a disparar sobre las posiciones alemanas, manteniendo el bombardeo durante 5 minutos a lo largo de una línea de 4,5 km de frente mientras la infantería avanzaba bajo la protección de la cortina de fuego.
Las columna aliada protegida por el fuego de cobertura tomó el pueblo de Bazentin le Petit y se hizo con el control de varias trincheras alemanas en torno al bosque de Bazentin le Grand mientras que la 9ª división conquistaba el pequeño pueblo de Longeval. Desde allí, el alto mando inglés fijó sus miras en en el bosque de Bazentin le Grand, en cuya espesura resistían aún numerosos soldados del Reich y ordenó una carga de caballería combinando jinetes del 7º regimiento de dragones y de la caballería india del Deccán.
La carga fue fulminante y los jinetes se introdujeron entre los árboles, pero los soldados alemanes resistieron el envite y prolongaron el combate durante 8 días más hasta que, en la noche del 22 de julio, la última ofensiva británica fue nuevamente rechazada.

Al mismo tiempo, los combates por el sector norte del frente continuaban sin descanso. El mando aliado había visto una oportunidad de atacar las líneas alemanas desde el flanco, pero la posibilidad pasaba obligatoriamente por la conquista de Pozieres, un pequeño pueblo tomado por los alemanes.

Fusileros irlandeses en el Somme
Entre el 14 y el 17 de julio, el IV Ejército británico intentó tomar la población hasta en cuatro ocasiones, pero en todas ellas fue rechazado por la obstinada defensa alemana. Por esta razón, el IV Ejército fue relevado de la tarea y la conquista de Pozieres fue encomendada a tres divisiones australianas bajo el mando del Mayor Harold Walker.
El ataque fue planificado meticulosamente para que coincidiera con la ofensiva del sector sur, gracias a lo que el pueblo fue tomado en la noche del 22 de julio... pero los alemanes no estaban dispuestos a entregar Pozieres tan facilmente.
Durante dos semanas, la artillería alemana fijó sus miras en el pequeño pueblo tomado por los australianos y descargó una lluvia casi ininterrumpida de proyectiles que redujeron Pozieres a escombros. Aún así, los alemanes cargaron el día 7 de agosto sobre el puñado de ruinas humeantes que aún defendían con denuendo los australianos. Fueron rechazados y el alto mando británico conservó el control de Pozieres, fijando ahora su objetivo sobre la granja Mouquet, en la que los soldados del Reich habían establecido una fuerte posición defensiva.

Los australianos, diezmados por la batalla de Pozieres, recibieron la orden de avanzar entre las líneas enemigas abriéndose paso hacia la granja Mouquet. Durante el trayecto, los soldados fueron duramente castigados por la fusilería alemana pero, aún así, consiguieron llegar hasta la granja y establecer una línea de trincheras al sur de la misma, desde la que emprendieron una serie de ataques que se prolongaron durante más de un mes hasta que, extenuados, los australianos se vieron obligados a retirarse dejando su sitio a un destacamento canadiense que consiguió finalmente entrar en la granja el día 16 de septiembre.
Antes siquiera de que pudieran asentarse en su recién tomada posición, los canadienses fueron rechazados por una contraofensiva alemana que les hizo retroceder hasta la línea de tricheras para, tan sólo 10 días después, emprender un nuevo ataque que concluiría con la granja Mouqet en manos británicas.

Soldados del ANZAC
Un día antes de la toma de Mouquet, entró en combate la flamante arma secreta del ejército británico: los tanques. 49 carros de combate fueron llevados hasta el valle del Somme y, aunque sólo 21 de ellos entraron en combate, constituyeron un factor decisivo para precipitar los acontecimientos.
La primera línea de defensa alemana se desmoronó ante el empuje de los tanques. La segunda línea aún resistía cuando los aliados tomaron la fortaleza de Thiepval, el último gran bastión alemán en el valle del Somme... pero los germanos nunca han sido fáciles de vencer, y esta batalla no iba a constituir una excepción.
A pesar de haber perdido empuje y posiciones, los soldados alemanes se atrincheraron una vez más y sometieron al ejército aliado a una guerra de desgaste plagada de innumerables escaramuzas que le costaron la vida a miles de soldados británicos. Esta fase de la batalla se prolongó hasta que, el día 13 de noviembre, el alto mando británico quiso zanjar la cuestión de una vez por todas.

En un intento desesperado por acabar con una batalla que se prolongaba ya más allá de los 4 meses, la comandancia británica ordenó repetir a menor escala la estrategia del primer día de batalla.
Dos trincheras alemanas saltaron por los aires en las primeras horas del 13 de noviembre, justo antes de que los soldados británicos se lanzasen a la que sería la última carga de la batalla del Somme. Desgraciadamente para los aliados, el resultado de la ofensiva fue el mismo que se produjo aquel lejano 1 de julio.
Miles de británicos cayeron para tomar unas trincheras defendidas por un puñado de alemanes exhaustos.

Alemanes muertos en el Somme
La batalla terminó oficialmente el día 18 de noviembre de 1.916. Los aliados habían conseguido tomar una paupérrima franja de tereno cubierta de escombros que cubría unos 8 kilómetros. En ella se amontonaban los cadáveres de 310.000 hombres que, sumados a los heridos (graves) y a los desaparecidos, conformaban la escalofriante cifra de más de un millón de bajas producidas únicamente en aquel trozo de terreno de la Picardía francesa durante los 4 meses que marcaron el devenir de la I Guerra Mundial.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El partido que nunca se jugó

Vamos a dedicar la entrada de hoy a un partido de fútbol que nunca llegó a disputarse pero que, aún así, marcó el inicio simbólico de la Guerra de los Balcanes.

Día 5 de mayo del año 1.990. El muro de Berlín ha caído, la hoz y el martillo pierden fuerza en toda Europa del este y los antiguos satélites soviéticos empiezan a clamar por su propia identidad nacional. En este contexto llegamos al derbi de los derbis en la liga yugoslava: el Dínamo de Zagreb (croata) contra el Estrella Roja de Belgrado (serbio).

Delije
Un número cercano a 3.000 Delije (hinchas radicales del Estrella Roja) se desplazan hasta la capital de Croacia al mando de su líder, un hooligan llamado Arkan y sobradamente conocido por la policía. En Zagreb les esperan los Bad Blue Boys, el grupo radical del Dínamo.
Los ánimos están caldeados más por la inestable situación política que por la importancia del partido en sí misma, ya que el Estrella Roja tenía la liga ganada cuando acudió al estadio Maksimir en aquel 5 de mayo.

El contingente de Delije empieza a sembrar el caos en las calles de Zagreb. Por su parte, los Bad Blue Boys no se quedan atrás y contestan a los seguidores serbios oponiéndoles toda la violencia que son capaces de desplegar, lo que se salda con un largo día de disturbios por toda la capital croata antes de que ambos grupos radicales sean conducidos al interior del estadio en medio de un fortísimo dispositivo policial.
El estadio Maksimir, con 30.000 espectadores de capacidad, supera los dos tercios de su aforo... pero aún falta una hora para el inicio del partido y los hooligans, como siempre, se aburren. Arkan y sus Delije empiezan a entonar cantos nacionalistas serbios mientras los Bad Blue Boys tratan de contrarrestarlos gritando consignas pro-croatas desde el fondo opuesto.

Bad Blue Boys
Los jugadores de ambos equipos, entre los que se encontraban futbolistas como Robert Prosinecki (Estrella Roja) o Davor Suker (Dínamo de Zagreb), saltan al campo y la locura se desata. Los Delije empiezan a arrancar las vallas publicitarias y los asientos del estadio para lanzarlos contra los aficionados  no radicales del Dínamo, causando decenas de heridos mientras que la policía, mayoritariamente serbia, no interviene.
La grada de los Bad Blue Boys empieza a bullir clamando contra la actitud de los Delije  contra los aficionados "normales" del equipo croata y contra la pasividad de la policía mientras los jugadores del Estrella Roja, viendo el percal, enfilan hacia el túnel de vestuarios.
Viendo la retirada pacífica de su equipo, Arkan estalla y los Delije empiezan a sacar cuchillos, descendiendo hacia la grada general y apuñalando a decenas de aficionados mientras la policía contempla la escena sin decidirse a actuar. En vista de esto, los Bad Blue Boys bajan de su grada, pisando el césped del estadio Maksimir y emprendiendo una carga desenfrenada contra los radicales del Estrella Roja.

Es en este momento cuando la policía interviene tratando de abortar la carga de los croatas. Zvonimir Boban, futbolísta emblemático del Dínamo, la emprende a patadas con un policía mientras una avanzadilla de los Bad Blue Boys le rodea para protegerle.
La policía empieza a disparar cañones de agua contra el núcleo de los radicales croatas y los vehículos militares hacen acto de presencia en el césped. Viendo que los disturbios se les han ido completamente de las manos, los policías serbios deciden lanzar botes de gas indiscriminadamente sobre todas las gradas con la esperanza de evacuar el estadio, que, finalmente, se queda vacío.

Arkan y sus "tigres"
 ¿He dicho vacío? Bueno, eso no es del todo cierto. Sobre el césped y entre las gradas destrozadas yacen centenares de heridos. Las palizas y las puñaladas se han cobrado su saldo, pero ha sido el gas lanzado por la policía el que ha dado la puntilla provocando un sinfín de intoxicaciones y desmayos.

Esta es la historia del partido que nunca se jugó. Algo más de un año después, los Dejile y los Bad Blue Boys volverían a verse las caras, pero esta vez no sería en un estadio sino en un campo de batalla. La mayoría de los radicales del Dínamo se unió a la milicia croata mientras que Arkan se convirtió en un señor de la guerra y fundó su propio grupo paramilitar (los tigres de Arkan) con antiguos integrantes de Delije. Pero eso ya es otra historia... ¿o quizá no?

martes, 22 de noviembre de 2011

Arbeit macht Frei

El trabajo os hace libres... Esta es la cínica inscripción que encontraban aquellos que eran enviados a encontrarse con su destino en Auschwitz.
Este campo de exterminio, el más grande jamás creado por la Alemania nazi, se encontraba a unos 60 kilómetros al oeste de Cracovia y estaba compuesto a su vez por varios subcampos.

Niños en Auschwitz
Auschwitz I, fundado el 20 de Mayo de 1.940, conformaba el centro administrativo de todo el complejo. En él, una cifra de entre trece y dieciseismil prisioneros se hacinaban luchando por sobrevivir día tras día. 
El interior de este subcampo era vigilado por tropas de la Totenkopfverbande SS, escindidas de la Waffen SS y encargadas de la seguridad de los campos. Puesto que el campo se hallaba escandalosamente masificado, los vigilantes se servían de prisioneros a los que se les encomendaba la tarea de controlar a los demás reos a cambio de mejores condiciones durante su estancia en este subcampo (kapos).

Al contrario que el primer campo, Auschitz II (Birkenau) estaba dedicado por completo al exterminio de prisioneros y de “excedentes” de los otros subcampos, para lo estaba equipado con cuatro crematorios dotados de sendas cámaras de gas que podían albergar hasta 2.500 personas por turno.
Para evitar motines, a los prisioneros que eran llevados a las cámaras de gas se les convencía de que eran habitaciones destinadas a proporcionarles una ducha y un tratamiento desinfectante, por lo que debían dejar sus pertenencias en un casillero y recordar su número para recogerlas a la salida.
Una vez dentro de la cámara de gas, el temido Zyklon B tardaba en actuar unos 25 minutos tras los cuales otros prisioneros, conocidos como Sonderkommandos y especialmente escogidos para este fin, arrancaban a los finados los dientes de oro, anillos o cualquier otra posesión de valor que pudieran tener y llevaban los cadáveres a los crematorios anexos para su eliminación.
Fue tal el horror que se desató en Birkenau que su recuerdo prevalece sobre el del propio complejo hasta el punto de que el conocimiento popular reduce la extensión de Auschwitz a aquellas cámaras de gas y al funesto recuerdo de los enormes hornos crematorios que escupían hacia el firmamento una lluvia continua de cenizas humanas.

Sonderkommandos
Sobre Auschwitz III (Monowitz) hay más bien poco que decir. Se trataba de un subcampo de trabajo, supeditado a la empresa alemana IG Farben, cuya función era hacer trabajar a los prisioneros hasta la extenuación para la industria de guerra alemana y enviarlos a Auschwitz II cuando ya no servían ni tan siquiera para ser explotados como mano de obra gratuíta.

A parte de los tres subcampos anteriormente descritos existían una infinidad más de subcampos, de menor extensión e importancia que los tres principales, supeditados al complejo de Auschwitz.
Esta miríada de pequeños subcampos eran, al igual que Auschwitz I y Auschwitz III, campos de trabajo, por lo que conviene saber que el complejo no era en su totalidad un campo de exterminio, como se tiende a creer, sino que uno de sus subcampos, concretamente Auschwitz II Birkenau, estaba dedicado por completo al exterminio masivo de prisioneros que ya no resultaban útiles para los demás campos de trabajo.

La historia juzgó en su momento las acciones de los dementes que idearon esta fábrica de atrocidades. A día de hoy, la responsablidad de que esto no vuelva a repetirse recae sobre nosotros.

viernes, 18 de noviembre de 2011

El señor de los océanos (2 de 2)

El martes pasado, dejamos a Temujin recién coronado como Gengis Khan y a punto de emprender su gran aventura de conquista. Sigamos con la historia.

Si bien los contingentes comandados por Gegis Khan nunca fueron demasiado numerosos (contaban con una fuerza máxima de 110.000 hombres), cada tropa estaba formada por soldados altamente cualificados y terriblemente profesionales en su oficio.
El soldado mongol pertenecía obligatoriamente al ejército desde los 15 años hasta los 70... o hasta su muerte, lo que llegara antes. Se mantenían en constante movimiento y nuca dejaban de ejercitarse en la monta de sus famosos ponys ni en el tiro con arco, lo que los convertía a la larga en unos centauros capaces de disparar certeras flechas en pleno galope.
Su armadura estaba formada por una coraza de cuero de caballo curtida y un escudo del mismo material. Esta peculiar vestimenta protegía al jinete mongol de las flechas enemigas al tiempo que le otorgaba una ligereza  y  una movilidad nada desdeñables.
Los soldados de Gengis Khan completaban su impedimenta con mortales arcos de madera tensados con tendones a los que añadían toda suerte de dagas, espadas largas, lanzas y ganchos.

Caballo mongol actual
La fuerza de la horda mongola se basaba en los ponys de cuello grueso y pequeña alzada que poblaban la estepa asiática. Las cortas patas de estos animales les permitían una gran maniobrabilidad durante las largas marchas acometidas por la horda en la que cada jinete llevaba consigo cinco monturas que le facultaban para recorrer distancias de hasta 200 kilómetros al día.
Pero al fin y al cabo, el gran ejército de la Mongolia unificada no era más que una horda desorganizada... y Gengis lo sabía. Por este motivo, el gran Khan contrató ingenieros militares que llegaron desde los cuatro puntos cardinales para instruir a los mongoles en el uso de maquinaria y tácticas de asedio.

Con su recién adquirida formación, un ejército de 70.000 hombres y mujeres bajo el mando de Gengis Khan emprende en el año 1211 la conquista de China.
Uno tras otro, los contingentes enviados por el emperador chino contra la horda mongola son derrotados sin dejar supervivientes. Las tropas montadas de Gengis avanzan sin prisas barriendo el norte de China hasta que por fin, en el año 1215, conquistan Pekín tras aplicar brillantemente los conocimientos que les habían enseñado los ingenieros militares para superar unas murallas de 12 metros.
Con el norte de China en sus manos, Gengis decide volver a la estepa para pacificar sus propias tierras, que ya empiezan a bullir tras un periodo de 4 años sin líder. Por esta razón, el ejército mongol que había emprendido la conquista de se divide , volviendo una fracción con Gengis mientras que la mayor parte queda bajo el mando de Muqali, el lugarteniente mongol que culminaría la conquista de Corea tan sólo 3 años después de la caída de Pekín.

Así llegamos al año 1.219. Oriente está bajo domino mongol y el gran Khan, lejos de ver satisfecha su hambre de conquista, fija su vista en occidente.

Arquero mongol
Al oeste de la estepa se encuentran las provincias orientales del Islam. Gengis Khan, consciente de que la fuerza de los musulmanes es mucho más grande que la suya propia, decide tomar la vía diplomática y pone en camino una caravana de comerciantes cargados de obsequios para el gobernador de Utrar, en el reino de Karhezm. Los comerciantes son saqueados y asesinados a las puertas de la ciudad.
Aun así, el dirigente mongol no abandona la vía diplomática y decide enviar un emisario a Samarcanda, capital del reino, pidiendo la destitución inmediata del gobernador de Utrar... los musulmanes deciden ejecutar al mensajero sin ni siquiera escucharle y esto, como es lógico, desata la furia de Gengis Khan.

Una gran horda mongola comandada por el propio Gengis entra a sangre y fuego en el reino aplastando toda oposición. Sólo en la primera batalla, las tropas del Khan exterminan a una fuerza musulmana de de 160.000 hombres.
Los soldados de Gengis son como una plaga de langostas. Lo destruyen todo a su paso; ni una sola aldea queda sin saquear en el camino hacia la ciudad de Utrar, que sufre un asedio de 5 meses que sólo se levanta cuando el Kahn pasa a cuchillo a todos sus habitantes y mata a su gobernador vertiendo plata fundida sobre sus ojos.
El hambre de conquista es imparable y, ahora que Utrar ha caído, los mongoles encuentran franco el camino hacia Samarcanda.
La mítica ciudad es tomada y saqueada en el año 1.220. Sus intelectuales más preeminentes son capturados y enviados a Mongolia mientras que el resto de la población es asesinada sin distinción de sexo o edad. De esta manera, Gengis conquista los territorios correspondientes a las acuales Irán, Irak y Turquestán.

Una vez ha vencido la resistencia musulmana de oriente medio, Gengis Khan fija sus miras en la enorme Rusia, que se sacude azotada por las disputas internas entre los príncipes de sus distintos rus. El ejército mongol se pone en movimiento hacia la actual Donetsk (en Ucrania oriental).
Los príncipes, en vista de la amenaza que se les viene encima, dejan a un lado sus rencillas y se unen, convocando a una gran fuerza combinada de 80.000 hombres que deben hacer frente a los 20.000 jinetes mongoles desplegados a la orilla del río Kalka.
El resultado de esta batalla podéis imaginarlo. Las fuerzas rusas son aplastadas y una nueva parcela de terreno se suma al extenso imperio del Señor de los océanos.

Imperio mongol (1.227)
Satisfecho en su orgullo, Gengis Khan gira de nuevo sus ojos hacia oriente con la esperanza de poder completar la que fue su primera gran empresa. El norte de China se postra ante su dominio, pero en el sur aún se alzan voces que claman por la libertad. Esas voces disidentes, como es natural, deben ser aplastadas.
Gengis cabalga sin descanso de vuelta a la llanura, aún imponente a sus 60 años de edad. Si bien el gran Khan no pudo ser abatido por flechas ni espadas durante sus largos años de combate, el destino quiso que fuera víctima de la más que deficiente higiene mongola.
Gengis Khan, orgulloso caudillo de las tribus esteparias, moría víctima del tifus en el año 1.227.

El imperio más grande de la historia fue repartido entre los cuatro hijos que Gengis había tenido con su esposa Burte. Los vástagos del Khan enterraron a su padre con todos los honores en un lugar secreto que, a día de hoy, ningún arqueólogo ha sido capaz de encontrar.

martes, 15 de noviembre de 2011

El señor de los océanos (1 de 2)

Esta semana vamos a dedicar unas líneas al fundador del que, a posteriori, se convertiría en el imperio más grande de la historia.
Si os digo que su nombre era Temujin, quizá no os diga nada; pero si añadimos que su leitmotiv fue "lo mejor que un hombre puede hacer es perseguir y derrotar a su enemigo, apoderarse de sus pertenencias, montar sus caballos y usar el cuerpo de sus mujeres y dejarlas llorando y gimiendo", quizá ya sepáis de quién estamos hablando.
¿Aún no? Vamos con la pista definitiva: fue elegido por el Washington Post como la figura más importante del segundo milenio y, aunque nació bajo el nombre de Temujin, fue conocido en todo el mundo como Gengis Khan.

Gengis Khan
Temujin nació alreddor del año 1167, en una época en la que la nación mongola estaba dividida en infinidad de tribus enfrentadas entre sí. Los hombres morían a centenares y cualquier conato de alianza era rápidamente aplastado por los clanes rivales o por otras tribus deseosas de sembrar la discordia entre los pueblos de la estepa... pero la vida sigue y, en este contexto, uno de los jefes de clan llamado Yesugei vio nacer a su primer hijo.
Yesugei era un líder poderoso, pero no tanto como para que los tártaros, el terror de la llanura, no se atreviesen a atacarle. Debido a esto, Yesugei fue envenenado por sus enemigos tártaros en una fiesta a la que había sido invitado atraído mediante engaños.
Temujin queda huérfano de padre a la edad de nueve años; pero no todo está perdido. Su madre, Hulun, queda al cuidado del joven heredero y le inculca una educación adecuada para hacerse cargo de los designios de un pueblo que aún llora la muerte de su líder.

La tribu de nuestro protagonista, temerosa ante la idea de que les guiara un khan tan jóven y, según su opinión, tan débil, empieza a abandonar a Temujin. Dos terceras partes del clan desertan mientras el resto de tribus se abalanzan como buitres sobre las fértiles tierras gobernadas por el joven cacique. Hulun, viéndo la indefensión en que se encuentra su tribu, a la que casi no le quedan guerreros, coge a su hijo y huye a la inmensidad de la estepa.
Aquí comienza la leyenda de cómo un niño huérfano llamado Temujin llegó a convertirse en el líder unificador de todas las tribus mongolas y en el regente del imperio más grande de la historia.

Temujin crece en el agreste salvajismo de la llanura asiática, pero no se contagia de él. Su madre, siempre atenta a su educación, y los pocos leales que habían huído con él le instruyen en conceptos tan dispares como la diplomacia, la lucha con espada, la monta de los célebres caballos mongoles y el tiro con arco.
A la edad de 13 años, Temujin considera que su momento ha llegado: se arma de valor y llama a los antiguos banderizos de su padre. La respuesta, por desgracia, no fue la que él esperaba.
En vista de la oportinidad que se les presentaba y temerosos de que el joven aspirante a khan (pues ya había perdido aquel título) pudiera causarles algún problema, los que fueron lugartenientes de Yesugai meten a Temujin en un cepo y se lo entregan a Tartugai, el khan de la tribu más odiada por la gente de nuestro protagonista.
Los días pasan con lentitud desesperante y Temujin utiliza decenas de sutiles estratagemas para granjearse la simpatía del carcelero que Tartugai había designado para él. Una noche, aprovechando un descuido de su guardián, Temujin le apuñala con su propia daga y se da a la fuga, refugiándose en el cauce seco de un río mientras Tartugai pone todo su empeño en darle caza.

La alianza de Temujin y Toghrul
Enfadado por el trato que le habían dado los banderizos de su padre, Temujin empezó a recoger los retzos de lealtad con los que aún contaba y estableció una provechosa alianza con Toghrul, el líder de la tribu más poderosa de la estepa en ese momento.
Toghrul, tras escuchar la historia de Temujin y consciente del linaje que corría por sus venas, le ofreció en matrimonio a su hija Burte, a la que nuestro protagonista amaría y respetaría todos los días de su vida.

El tiempo pasó y Temujin alcanzó la edad de 17 años completando su formación gracias a la hospitalidad de su nuevo clan. En este momento, contando con unos aliados poderosos que le respaldaban sin reservas, Temujin se lanzó a la conquista de la llanura.
Aplastó sin ceremonia a las tribus más débiles, dejando tan sólo unos pocos supervivientes para que fueran vendidos como esclavos. La historia del hijo de Yesugai resurgiendo de sus cenizas para vengar la muerte de su padre se extendió como un incendio por la estepa y cada vez más guerreros se unían a su causa.
Por fin llegó el momento en el que Temujin pudo enfrentarse una vez más a Tartugai. De un lado del campo de batalla, 13.000 mongoles de tribus dispares bajo el mando del líder en ciernes; al otro, 30.000 tai-schutos confiados en poder vencer sin demasiados problemas a aquel arrogante joven y a su horda de desharrapados. ¿El resultado? los tai-schutos fueron barridos del campo de batalla y su tribu fue exterminada desde el guerrero más orgullosos hasta el bebé más inofensivo mientras 60 de sus lugartenientes más importantes eran ejecutados mediante la inmersión en agua hirviendo.

En los años que siguieron a la masacre de los tai-schutos, Temujin se dedicó a golpear sin piedad al resto de tribus, sometiéndolas una tras otra hasta que, en el año 1.203, rompió sus lazos de alianza  con Toghrul y lo expulsó de su propio territorio.
A estas alturas, el ejército comandado por nuestro protagonista era ya más poderoso que cualquiera que pudieran oponerle, por lo que los keraitas de Toghrul no pudieron hacer nada salvo seguir a su líder y someterse a la voluntad de Temujin.

Gengis Khan emperador
Tres años más tarde, en 1.206, se celebró la asamblea de jefes tribales en la que Temujin obtuvo el nombre que le acompañaría durante el resto de su vida.
Los mongoles tenían la creencia de que la tierra no era sino una gran llanura rodeada de océanos, por lo que otorgaron a Temujin el título de Gengis Khan: Señor de todos los océanos. De esta manera, a los 39 años de edad, el hijo desterrado de Yesugai se convirtió en el emperador de los mongoles.

Durante los años siguientes, el recién nombrado khan, se afanó en sentar las bases del imperio mongol. Agradecido por la educación que le había dado Hulun e impulsado por el amor que profesaba hacia su esposa Burte (que a estas alturas le había dado ya cuatro hijos), Gengis Khan dio privilegios a las mujeres otorgándoles el derecho a la propiedad privada e incluso a combatir junto a los guerreros.
Acto seguido, el nuevo líder se concentró en reunir el ejército más poderoso que había pisado la edstepa y lanzarlo contra sus enemigos para extender aún más sus dominios... pero esa es otra historia que abordaremos este mismo viernes.

jueves, 10 de noviembre de 2011

La ballesta, el arma prohibida

Vamos a dedicarle la entrada de hoy a la ballesta y sus evoluciones. Este "arco plano" llegó a convertirse en un arma tan poderosa que su uso contra los cristianos fue prohibido en el Segundo Concilio de Letrán (1139) bajo pena de excomunión por considerarse injusto que un simple ballestero pudiera abatir sin dificultades a un caballero acorazado que había entrenado para el combate durante toda su vida.

Balista grecorromana
Si bien existen referencias a ballestas asiáticas modificadas que se remontan al siglo III a.C., tomaremos como punto de partida para la evolución europea de esta arma la balista romana. En los tiempos en que las águilas romanas campaban por Europa a sus anchas, los asedios se decidían tanto por aguante como por fuerza bruta; es en este aspecto en el que las balistas empiezan a tomar importancia.
Tomando como base el arco, la evolución de este hacia la balista era tan sólo cuestión de tiempo. La balista consistía en un arco enorme montado en horizontal sobre un trípode y manejado por cuadrillas de tres hombres, dos de ellos encargados de tensar la cuerda mientras que el tercero cargaba el carril con piedras o grandes proyectiles.

Siglos más tarde, la balista evolucionó hacia la ballesta de mano, que alcanzó su máximo esplendor en la convulsa Europa del siglo X.
La ballesta se cargaba poniendo el arco sobre el suelo, pisándolo y tensando la cuerda (de fibra vegetal o tripa trenzada) con los brazos. Acto seguido, el ballestero cargaba un virote sobre la guía y apretaba el gatillo.
Si bien el mecanismo de carga era rústico y relativamente lento, un ballestero experto era capaz de disparar dos virotes por minuto. Esta facilidad, unida a la potencia de tiro y a que el entrenamiento necesario para convertirse en ballestero era prácticamente nulo, convirtieron este arma en el fusil de asalto medieval.

Arbalesta
Pero no todo iba a ser tan sencillo. Si bien se comprobó que el uso de las ballestas era mortal contra las levas y la infantería, su efectividad contra tropas montadas era bastante menor. De esta manera, con el objetivo de abatir a los caballeros, la ballesta alcanza su evolución más letal.

La arbalesta constituye el último escalón evolutivo de la ballesta como arma de guerra y sus proyectiles eran capaces de atravesar limpiamente una cota de malla a 350 metros. Este incremento en la potencia de disparo se consiguió mediante la sustitución de los arcos de madera por piezas metálicas capaces de almacenar mucha más energía. Además, se cambió la cuerda de tripa por un hilo de alambre y se incorporó un sistema de recarga por manivela que hacía este proceso mucho más rápido.

A día de hoy, la ballesta aún es utilizada como recreativa o de caza, pero su uso en combate dejó de ser efectivo en torno al siglo XV con la aparición de arcabuces y mosquetes, igual de fáciles de usar y cuya potencia de fuego era mucho mayor.

martes, 8 de noviembre de 2011

Batallas navales en tierra firme

A primera vista, resulta imposible celebrar una batalla naval lejos del mar... pero como ya demostró en Alesia, para Julio César no había nada imposible. El fue el precursor de las naumaquias, auténticas guerras marineras en el corazón de Roma.

Naumaquia
En el año 46 a.C., incluída en el marco de unos fastuosos festejos debidos a su cuádruple triunfo, César ordenó que se cavara un foso en una de las márgenes del río Tíber y llevó hasta allí un sinfín de barcos. Esta es la primera naumaquia de la que se tiene constancia y enfrentó a 2.000 combatientes y 4.000 remeros (tomados de entre los prisioneros de guerra) para deleite de la más que razonablemente asombrada población de la capital del mundo conocido.
Años más tarde, en el 2 a.C., César Augusto aprovechó la inauguración de un templo consagrado a Marte para emular a Julio con una naumaquia en la que combatieron 3.000 hombres a bordo de 30 barcos grandes y una miríada de embarcaciones más pequeñas.

En un principio, las naumaquias se celebraron en fosos excavados junto a la orilla de grandes ríos como el Tíber pero, en el año 52 d.C., Claudio introduce una variante que convierte estas representaciones en algo más que simples combates de gladiadores llevados a cabo en la cubierta de un barco. Antes de iniciar el drenaje del lago Fucino, el emperador decide delimitar una parte de su enorme superficie para celebrar una auténtica batalla naval con barcos que representaban a las flotas de Sicilia y de Rodas y que se enfrentaron en un combate con maniobras de aproximación y embestidas en toda regla.
Cinco años más tarde, Nerón decide empezar a celebrar las naumaquias lejos de las grandes masas de agua. En un intento por acercar estos espectáculos al pueblo, Nerón decide construir una gran piscina de madera en el Campo de Marte y celebra la primera de sus naumaquias en ella. Dado el rotundo éxito que consigue y el auge de popularidad que de ello se deriva, el emperador decide repetir la experiencia en el año 64 d.C.

Pero estas primeras piscinas de madera no eran nada comparadas con la revolución introducida por Tito Flavio.
Si César había conseguido juntar miles de combatientes en un espacio reducidamente pequeño y Nerón había conseguido llevar la pasión por las naumaquias hasta el ciudadano de a pie, ¿por qué no celebrar una gran batalla en el flamante anfiteatro que se acababa de inaugurar en el corazón de Roma?
Naumaquia en el Coliseo
Dicho y hecho. El Coliseo, con sus 50.000 localidades, fue inundado en una obra faraónica de la brillante ingeniería imperial y su arena se utilizó para que miles de gargantas jalearan el espectáculo de miles de hombres matándose unos a otros en la cubierta de los barcos.
La superficie del Coliseo era mucho más pequeña que la de las piscinas o los fosos utilizados con anterioridad, por lo que la maniobrabilidad de las naves era casi nula, pero su capacidad era mucho más grande y la aclamación del público fue tal que se se volvió a inundar el anfiteatro romano en al menos dos ocasiones más (en el año 85 y en el 89).

Las naumaquias se siguieron celebrando durante siglos, si bien la fiebre inicial se fue disolviendo paulatinamente hasta convertir estas batallas en meras representaciones treatrales. A día de hoy, la naumaquia está considerada como un recurso artístico condenadamente difícil de llevar a cabo sobre un escenario debido a la ingente cantidad de recursos que requiere.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Kielhalen, la justicia en el mar

Hubo tiempos en que los marineros podían pasar meses a bordo de sus barcos; en que la vida seguía adelante entre millones de litros de agua salada, sin ver una sola porción de tierra en semanas. En esos tiempos, los capitanes de navío, como depositarios de la máxima autoridad en aquellas pequeñas patrias flotantes, debían cuidar de que sus hombres cumplieran las leyes del mar y no terminasen apuñalándose unos a otros por un pedazo de pan mohoso. Corría el siglo XVI y uno de los métodos de ejecución preferidos por los marinos era el kielhalen.

Kielhalen
¿Habéis oído alguna vez la expresión "pasar por la quilla"? Pues eso es lo que era exactamente el kielhalen. Al principio, se ataba al reo a una soga que se dejaba pasar justo por debajo del barco; acto seguido, se podía llevar a cabo la ejecución de dos maneras distintas: o bien se pasaba al condenado por la quilla de lado a lado, o bien se le arrastraba a lo largo del barco. Normalmente, la segunda opción era la elegida y, entonces, se volvían a presentar dos sencillas posibilidades: deprisa o despacio.
En caso de que la pasada se hiciera lentamente, el peso del propio ejecutado mantenía su cuerpo lejos de la quilla, pero el kielhalen se cobraba su vida por ahogamiento antes de que su cuerpo apareciera por el otro lado de la embarcación.
Si la opción elegida era la segunda, el reo no llegaba a morir ahogado... porque no le daba tiempo. En una rápida pasada, el cuerpo del condenado se desgarraba contra la quilla cortándose con los trozos de mariscos, conchas y demás escoria desecada que había quedado adherida al casco de la embarcación durante meses. La cantidad de morralla que se pegaba al fondo del barco era tal que en ocasiones llegaba a producir la decapitación del reo, que aparecía por el extremo contrario convertido en un guiñapo sanguinolento e irreconocible.

Como castigo, el kielhalen estuvo presente en la armada alemana hasta su abolición oficial en el año 1853, pero fue usado regularmente por la British Royal Navy, por capitanes mercantes independientes e incluso por piratas.

martes, 1 de noviembre de 2011

De muertes curiosas

Hoy vamos a dar un curioso paseo a través de algunas de las muertes más ridículas y curiosas de toda la historia. Podría decir que no sé por dónde empezar... pero como el orden de los factores no altera el producto, vamos a presentarlo en formato lista:

  • Carlos VII, rey de Francia y de Nápoles desde 1483 hasta su muerte en 1498. Este rey de constitución débil y salud enfermiza murió cuando tan sólo contaba con 27 años. Mientras se divertía en una partida del juego de pelota, se dió un cabezazo contra el dintel de una puerta que le produjo una apoplejía y una muerte casi instantánea.
  • En España también tenemos lo nuestro... Enrique I de Castilla, el rey que nunca llegó a reinar. Este muchacho fue nombrado rey a la tierna edad de 10 años. La regencia fue llevada a cabo por su madre y, a la muerte de esta, por su hermana Berenguela. Poco después, la Casa de Lara se interpuso en la regencia obligando a Berenguela a renunciar y pactando para el joven Enrique un provechoso matrimonio con la princesa del reino de León. Este matrimonio nunca llegó a celebrarse debido a que Enrique, que a la sazón contaba con 13 años de edad, murió por una pedrada en la cabeza que le había dado un compañero de juegos en el patio de su palacio.
  • Viajamos a Grecia para asistir a la muerte de Alejandro I en el año 1920. Ferviente admirador de los animales, contaba con una buena colección de ellos en sus jardines privados. No deja de ser irónico que muriese debido a una infección provocada por la mordedura de uno de sus propios monos.
  • Avanzamos ahora hasta el año 1927. Isadora Duncan, archiconocida bailarina estadounidense se encuentra en Niza. Aún atractiva a sus 49 años, se monta en el coche de un mecánico italiano con la intención de dar una vuelta... pero la larga estola de seda que lleva alrededor del cuello queda enredada en los radios de una de la ruedas del coche e Isadora es lanzada fuera del vehículo, muriendo estrangulada por su bufanda.
  • Atila, rey de los hunos y azote de Dios. En el año 453, la misma noche que celebraba su boda con la princesa goda Ildico, Atila se emborrachó tanto que ni siquiera se dió cuenta de que sangraba profusamente por la nariz. Se quedó dormido y sus hombres hallaron su cadáver a la mañana siguiente... ahogado en su propia sangre.
  • Saltamos de nuevo hacia una época reciente. William Burroughs, afamado escritor norteamericano, se encontraba con su mujer en México en 1951 y el alcohol corría por doquier. En un momento de... especial lucidez, Burroughs decide que sería buena idea jugar con su mujer a Guillermo Tell, pero con un Colt 45. ¿El resultado? Burroughs fue encarcelado y su mujer recibió un bonito trozo de plomo entre ceja y ceja.

Podríamos añadir alguna más pero... la muerte de la señora Burroughs me parece sólo superada por el reciente fallecimiento del actor David Carradine, cuyo cadáver fue encontrado con una peluca y un liguero en la habitación llena de lencería roja de un hotel tailandés. El actor había muerto a la edad de 72 años mientras se infligía una auto asfixia con fines masturbatorios. En fin, la estupidez humana es inabarcable.